«ligero esbozo«
Tengo este archivo y lo incremento, es una colección de imágenes que asciende hoy día a 526,206 imágenes (a 12 de julio 2024), sustraídas de internet. Las cuales subo (editadas) a una página web de mi autoría para consulta pública gratuita. ¿Qué es la cultura del compartir en la red? Así como, subo en el sitio web (https://nuevesesentaynueve.com/) diario 50 imágenes limpias de logos, identificaciones, además adecúo su tamaño por el lado más largo de 960 pixeles, para conformar un archivo digital de acceso público. 960 pixeles porque no son imprimibles, son a resolución de pantalla, únicamente para visualización. No se lucra con dichas imágenes. Sin logo porque no importa quién dijo qué, sino lo que se dijo. Para que no haya culpables, acusaciones, persecuciones, ideólogos, preferencias, es la creación de un archivo horizontal, democrático. Espacio de memoria activa, viva, cuya fluctuación debate. Un recinto o conglomerado caótico, de reproducciones representaciones imaginarios, documentos. Arqueología que deja patente, dentro de su espacio de reconstrucción, los márgenes de su ficción. “La historia es una ficción documentada y si no bien es así, habría que reescribirla mostrando la amplitud de su desigualdad”. Esas ruinas, vestigios visuales que vemos funcionan, crean, producen y reproducen conocimiento. Inventario tanto del colapso como de la fuga, instauran, hacen y recrean normalidades, cultura. Toda esa discontinuidad del internet en un cuerpúsculo simultáneo, social, recíproco de interacciones estructurales cambiantes, en su más convulsivo apogeo, es una destrucción creadora. Lugar la historia donde las imágenes cotidianas del vulgo, la plebe, los «ciudadanos», los parias, no se observan, no entran en los textos oficiales. Puntos ciegos de la historia, en la que lo que evidencian es la artificialidad de la historia. Contraste entre la memoria popular y la memoria hegemónica, la creada según intenciones fines y premeditados. Dentro de los discursos, apilados contrastados, existe una nulidad intrínseca en su aglomeración. Su vastedad escenifica su impotencia. La otra cara, es quizá, que la historia se escribe con imágenes.
Lo que intento dilucidar, es cómo se compone la cultura del compartir en la red. Si es que la gente no lucra con las imágenes, gusta de obtener una reputación con logos y reconocimientos, dotarse de un prestigio y glamour. ¿En qué consiste el ecosistema mediático del internet, las diferencias entre alta y baja cultura, si estas demarcaciones han sido borradas, o por lo menos atenuadas con el internet? Sus pugnas. ¿Por qué únicamente lo que produce la burguesía occidental, tendría que ser lo que perdure, se conserve y prepondere? El culto, recordemos, las evangelizaciones, esos enormes aparatos de política expansionista medieval, de dominación, mecanismos de transferencia de saberes se realizó con y a través de la imagen, la fundación e implante de la consciencia a ese nuevo mundo fue con imágenes. Que no se nos olvide que el lenguaje que prevaleció fue la iconografía, por ahí entró el idioma y la enorme carga de tradición. Creo que el amasijo de cultura, en la recopilación de documentos visuales que conformo, originan una lectura, continua discontinua, que genera el pensamiento crítico. En conjunto todas esas imágenes, provocan el efecto de cuestionamiento, más que el de ser simples afirmaciones dadas, estáticas e infranqueables. Lo que causan como función implícita, tácita, es la pregunta, el corto circuito de su connivencia.
¿La cultura del compartir es tal con sus disque altruismos o es un eslabón del capitalismo, mas bien corresponde al sostén de la cultura de consumo? ¿Por qué es que quieren hacerse famosos con imágenes compartidas, provocar envidias, rivalidades, enaltecer nadas? ¿Sin lucrar? ¿A quién o a qué beneficia esta práctica popular de crear imágenes cuyos humores trascienden? ¿Será cierto todo esto que me rodea? ¿La experiencia en internet es auténtica? Considero que este conglomerado caótico incomoda, cumple con su propósito reactivo. Es un archivo no legitimado por las voces oficiales, y es así que están abiertos a la interpretación, a la reflexión del lector. Todo lo que excluye el monitoreo del poder, de sus prácticas hegemónicas podría encajar aquí, desde lo prosaico, hasta lo que no se puede ver.
Las imágenes fuera de los derechos de autor, siendo estos un pilar clave de la política capitalista, quien si no sus intelectuales defendiendo la propiedad intelectual, pueden conformar un compendio archivo de memoria visual. Siendo el internet en gran medida caótico, errante, recorridos a veces agradables a veces inhóspitos, arrojan un archivo imposible de organizar. Aleatorio y libre. Sus límites están en el tiempo. Mi hipótesis es que la sociedad cambia, muta según las pautas que van conformando, que el espectador se moldea con esa lectura visual. Que la realización de dicho archivo es importante en cuanto a lo que dice en sí y no por quién dijo lo que dijo. En la vastedad de google todopoderoso, el meme, como unidad mínima de información reina para desaparecer. Como vestigio evanescente, sus circulación es trepidante y su caducidad atroz.
Singulares son las colecciones de todo tipo. Monsiváis realizó una colección de objetos populares, imágenes, en un ejercicio de plena compulsión. Las imágenes, digamos, no tienen reglamentación. Cada país prohibe y tiene sus reglas. Mi colección no discrimina región ni origen ni propósitos, intenciones. En el contexto actual, lo que considero un problema es lo que la gente cree que sucede con sus imágenes, sueños de opio acaso. No creo que una cuenta particular tenga demasiada repercusión en singular. Es en conjunto y más bien sus efectos son pasajeros, como los noticieros. Actúan en conjunto y por acumulación.
F. N. alguna vez argumentó que dios era perverso porque si dios todo lo ve y está en todas partes, podría mirar debajo de las faldas de las niñas y así, convertirse en una especie de perverso. Google no es dios, google no puede contener todo, porque en realidad sólo ve lo que todos contribuimos y cooperamos con subir a la red. No hay nada por lo menos que no se haya dejado fotografiar dibujar esbozar o lo que sea. Casi todo es consensuado, o escapa a la censura. Lo que está ahí fue subido, a voluntad en su mayoría, casi nada está sujeto a la mirada furtiva o discreta que espía. Google no está en todas partes, ni puede verlo todo por todos los ángulos, nadie puede. Esta colección de imágenes es un recuento de lo existente, registrado, y hasta ahora he tratado de no excluir nada. No es un sitio para hacer publicidad de nadie ni nada, el anonimato presta la seguridad de poder decir, mostrar. A su vez, la no referencia bloquea todo argumento de autoridad que busque legitimarse por una supuesta reputación, prestigio, nombre, historia, identidad…
He recolectado desde hace aproximadamente 12 años estas imágenes. B. diría que no desearía agregar nada al mundo, ninguna imagen, ya existen. Yo no invento nada, lo que está ahí preexiste a mi libre albedrío….
Provengo de una generación inmersa en la cultura del zapping. Quizá un infante con bastante televisión pronto deduciría las tramas generales de la narraciones, cuya lógica estructural suele ser la misma y se despliega de forma repetitiva. No se requiere demasiada intuición para prever lo que pasará en cada caso, en cada relato. He preferido una literatura plagada de argumentos antes que el fardo de lo novelado, porque con eso basta. En el zapping, para volver a ello, se juega con una serie de parches que compondrían una realidad mucho más rica y extensa que la linealidad de la secuencia tediosa. Ese sistema caótico provoca un sin sentido a lo preestablecido, hace saltar las normas y desequilibra las pretensiones de realidad. En cierto aspecto, es como vivir soñando, completar el cadáver exquisito en la mente, en esa consciencia líquida que absorbe y edita a la vez. No importaría no ver todo, porque no se puede ver todo. Pero tampoco se trataría de sufrir en la impaciencia de lo que de antemano se sabe y resulta un agobio anticipado. El zapping es el arte de ver todo y no ver nada. Ver el bosque, el hongo, las hojas mecidas por el viento, apreciar la corteza del árbol, oír el crujido de las hojas secas al pasar y volver a ver el bosque, para nuevamente volver a extraviarse en la minucia, el detalle y la amplitud. Es una maestría que requiere pericia y haraganería, soltura y precisión, conocimiento y desapego, borrar y volver ahí. Es el bañarse en el río dos veces para entender que ni yo ni el río es el mismo, las dos veces. Consiste en cambiar los canales de manera esquizofrénica, a veces hasta frenética, frente a esa anemia raquítica que las más de las veces presenta la televisión, de cara a esos insustanciales bodrios que dosifica la televisión. El zapping es la práctica de saberse enemigo de lo real. Consiste en NUNCA consumir publicidad ni por error, en jamás detenerse ante las bazofias que ofrece la programación, y desdeñar sus nefastas narrativas. Consiste en un acto revolucionario frente a esa inercia de vivir por vivir. Dislocación y engarce, es un acto espectador-creador que mutila la pasividad de tragar material ideológico por tragar. Esta facultad de poderse distraer en la simultaneidad, es un intersticio, creo que la generación que sigue ya está en otro boleto, en el del streaming, en el que disque eligen qué ver.
Una de las directrices en el archivo es la anulación del yo, la indistinción de las gotas en el mar, la disolución de sus presunciones. Desde hace años me he burlado de ese yo, de esa vergüenza ajena que me producen los artistas creyéndose dueños y portadores de un discurso inigualable, genuino, auténtico, vehículo de sus ridículas verdades aburguesadas. Lo que la acumulación plural de sentidos provoca es un fenómeno de lectura ambiguo, su yuxtaposición ocasiona una transvaloración inédita. Si la cultura dominante se ha dedicado a separar, a parcelar, a catalogar y formar un canon, el archivo sin clasificación ni orden coherente funciona como dispositivo de ruptura, shock, golpe, estridencia, corto circuito. Lo que se ocasiona al compartir lugar, tan variados archivos, creo, es la reducción de la grieta a nada. Una diagonal, incluso una perspectiva trunca de los juicios enaltecidos por las voces oficiales.
Es una curiosa contradicción que las sociedades modernas, mientras más se han adentrado en el terreno laico más puritanas se han vuelto. Pudores y recatos, prohibiciones, inhibiciones, represiones, subterfugios y secretos, son una colección de clausuras, censuras, cancelaciones que se pueden observar por doquier. Sociedades con menos fe que la que puede profesar y ejercer un espárrago, y en contrapunto más persinadas y aturdidamente bochornosas que las de la era más victoriana que pudiese haber sido. Momento, pero eso , eso es sólo la carátula, esa fachada porque de hecho no hacen otra cosa que pensar y actuar en relación a ello. Sociedades que hablan y hablan, prescriben, diagnostican, predican, y no hacen en realidad nada de nada. A grandes rasgos parlotean sobre lo que no tienen ni experiencia. A lo mejor es parte del espectáculo, hablar con una seguridad seductora, de plenipotenciario poderío, de cabal uso de sus facultades: meras chorradas. La burguesía no hablaría de su sexualidad por dos razones, no va a revelar su intimidad, y no desea develar una supuesta cierta reputación que se le imputaría. Cuando la realidad es que no hay categoría estable. Este archivo está salpicado de esos episodios erótico pornográficos que en algún momento se me podría reprochar para masculinidades cuestionables. Mi pregunta a esa ala feminista sería… Digo, siendo válido y auténtico el reclamo… ¿Dónde han producido toda esa OTRA erótica o pornografía que no se limite al pene de un macho cabrío? En internet no aparece, salvo en aquellos documentos homoeróticos que he encontrado… Privarnos de una vida sensual lo veo prácticamente imposible. Si acaso se podrían transformar el uso de los placeres y la noción que se tiene acerca de ellos. Nadie, nadie, pero nadie, renuncia a su deseo. Vaya, ni los monjes lo han logrado… jsjajajjaj
Ver la realidad humana no sólo como tragedia, esa fiesta terrorífica también es una circunstancia de alegrías, éxtasis, de comunidad. En la enorme tragicomedia que vive la especie, paradójica, existe la paz dentro la guerra, el dolor en su expansión, vulnerado por momentos de celebración, de goce. La arqueología de estos eventos está registrada por aquellos que quedan al margen. Recordemos que la historia oficial la escriben los vencedores. Reconstruir con esos fragmentos olvidados, perdidos. Editar la historia cotidiana, la de los vínculos transformándose, vislumbrar el magno montaje de nuestra farsa diaria. Siendo la historia ficticia, subjetiva y acomodada al antojo del poder, sustraerla de ese embrujo llamado La Historia. Acto de mendicidad, recoger estas basuras del vertedero del internet para buscar la devolución de lo que somos. Rehacer ese rostro, no el que dictan en los noticieros o espectáculos, el rostro descarnado celebre cadáver viviente. Dolido y emancipado, engañado y rebuscado, en unos inciertos signos…
Lo ridículo, lo supuestamente sublime, en un mismo lugar. Lo nimio, lo abyecto, la estulticia, esa grandiosa proeza del artista, con sus hazañas de alarde… todo ahí en conjunto, develándose unos a otros, contestándose, lo grotesco y lo lindo, lo obtuso. Me agrada en exceso la idea de una balanza en completo desequilibrio, de la disparidad, el juego de las diferencias, las distancias absolutamente anómalas. Disfunción en medio del orden aparente. El ser humano mostrado como irrupción en la naturaleza. Como ruptura, como lo que es, destrucción y anomalía. Impune, abrasado en las garras de su deseo devastador…
Tomarse la molestia de hacer una fotografía de lo que sea. Levantar un lápiz o instrumento para rasgar un papel y realizar el esfuerzo de registrar un pensamiento o un símil de la realidad o un garabato o un lo que sea. Los que se toman el tiempo de convertir la realidad en una caricatura. Los que convencen a alguien para que se desnude pose y se deje registrar para obtener una imagen, o pasan frente a la lente copulando. Los que quieren hacer un meme, para hacer reír, para contar, para mofarse de los lamecorreas, para liberarse, para estorbar a los amos con sus fustes, para manifestarse. Sólo eso, un afán de mostrarse, el archivo da cabida a eso y lo que sea posible que sea visual, y más y más… Siempre más.
Como un cuadro al infinito, una narración inacabada. Es querer detener el tiempo, que la imagen congelada permanezca. Quizá la nostalgia de saberse finitos, mortales, pasajeros, es ese querer detener el tiempo, congelar la imagen, fijar un instante para toda la eternidad. Contemplarlo y añorar. Nada es para siempre, ni nada permanece, condenados al reino de lo efímero, entre devaneos de lo cambiante, esto que refleja ese trance, ese deseo de muerte…
Que el internet sea un medio y no un fin, dice más de lo que se cree. Por decir, los artistas se han dedicado a hacer publicidad de sí mismos, en una megalomanía extraña, que como dije, me produce escozor. Celosos de un nombre por completo perecedero, con fecha de caducidad. Que casi nadie lo ocupe como el lugar de creación, dice demasiado de esos artistas, excesivamente domesticados al capital. Por supuesto, viene la sangre nueva, airada y sin tanto prejuicio, preformato, programa, sin tanto así es y ni modo. Por ejemplo, la música que se desdobla con mayor facilidad, dijo, pondré mi «cosa» ahí, sin más…
Si cada «artista», llámese artista a cada entidad que produce algo, es representante de un no sé qué maravilloso que propone en su firma; me agrada pensar, que al navegar por sus sitios donde exhiben las nimiedades de sus creaciones ni siquiera representan una personalidad una tipología un sentido dado en el mundo, sino simplemente un paisaje. Esas personas que ardorosamente se dedican a edificar ese no sé qué maravilloso, son paisajes a la vista. Y nada más. Así podríamos enunciar, no el famoso estribillo de que todo ser humano es un artista por hacer algo, sino que todo ser humano es un paisaje porque hizo algo. Tiene mayor valía, al menos para mí.
La historia de la humanidad es la historia de las exclusiones. La historia humana es la historia de las separaciones, enajenaciones, divisiones. La historia de la humanidad es la historia de las categorías (cárceles).La historia de la humanidad es la historia del odio, de los odios, el odio son los otros, de lo mío y los míos son tan buenos, lo de ustedes es lo malo y son los malos. La historia de la humanidad es este aparato de conflicto sobre lo otro, sobre lo de los otros. La historia de la humanidad es la historia de quien no esté conmigo, está contra mí. La historia de la humanidad es la censura, la omisión, la clausura, la negación de lo otro, de los otros. La historia de la humanidad es que la aversión son los otros, los distintos, los incomprensibles, los diferentes, los otros los otros los otros… los que deberían ser como YO diga ¿¿¿¿no???? NO. No me sorprende que nos ocupemos tanto en crear pesadillas para los otros.
En el desconocimiento del otro, ni siquiera nos interesa descubrir al otro. Preferimos prefigurarlo, juzgarlo por encima, no queremos preguntarle. Preferimos armar nuestra ficción acerca de los otros. Y los otros también son hasta donde se muestran, hasta donde deseen que veamos, hasta donde desean ser interpretados. Ustedes pueden elegir no ver más dentro de este enlace, yo puedo decidir no mostrar casi nada de este enlace aquí. Este archivo es para las putas solteras para siempre, las caras y las baratas, los sodomitas deliciosos que paran el culo cada que se presenta una ocasión, los léperos con lenguas largas y puntiagudas, los bastardos con dos cabezas, los locos coherentes repitiendo su misa, para las sucias desplomadas desde los capiteles, para los criminales absortos en el techo de la prisión de su alma, para los tarugos que clavan la mirada en las nalgas de muchachitas nada inocentes, para las infieles gritando en las azoteas como gatas en celo, para los desobedientes riendo dentro de los escusados públicos en los que pintan obscenidades, para los indómitos de la noche, toda la variedad de viciosos y ruines que despotrican chascarrillos imprudentes y ofensivos, para los bandidos de los que están llenas las cúpulas que dicen que no copulan. para los vagabundos extraviados en la vía láctea de senos resplandecientes, para los soeces que se tiran pedos, para los truhanes que chascan los dedos para hacerse oír, para las mentirosas que vuelan al encuentro del amor profano, para los filibusteros que piratean videos aberrantes, para los jugadores que lo pierden todo para ganar algo, para los farsantes que actúan para ensombrecer al doble que los persigue y acusa en su propia mente, para los que no pueden hablar lo que quieren hablar y aún así no se callan sus barbaridades, para los que no son escuchados en los tribunales de los payasos, para los que sueñan despiertos que un día va a venir la nave nodriza a llevárselos, para los que no hay lugar reconocido en este mundo de discapacitados por doquier, para los que follan al aire libre o la vista de todos como perros y blanden sus armas que hacen que se derramen todas las viscosidades inimaginables, para los delirantes que buscan el número de la lotería que por fin los sacará de esta pesadilla obligatoria, para los que hacen listas tontas como ésta, es decir, los lobotomizados que se sacan el sesos para mostrarlos, para los que recubren sus días con nadas cada vez más misteriosas e insignificantes, para los olvidados, los que se me lleguen a olvidar. Este archivo en cierta forma y medida es una venganza.
Hace unos años realicé un proyecto en el que las imágenes estaban pobladas de palabras, frases, textos. La palabra escrita es un artefacto tecnológico, como ustedes saben, de transmisión, y transferencia de significantes. La palabra no tiene una imagen previa, la palabra transporta un lenguaje otro. Por decir, al decir silla, la representación de la silla que cada cual forme es un significante singular. Por supuesto, la palabra puede contener infinitas interpretaciones de sentido. La palabra es rica así. La imagen está condicionada a un contorno, a un relieve que la enmarca y aprisiona sus sentidos. Al ver lo que vemos, al menos en el mundo figurado, la cosa y su apariencia de algún modo están encerradas. Una cosa no es otra cosa al menos cuando intenta no jugar o ser ambiguo o trastabillar en su ilusión. Por supuesto que occidente con el devenir de sus burguesías cognoscitivas creen que prevalece la lecto escritura a la palabra hablada o a lo visual. Privilegian un sistema, y eso es todo, porque en realidad no es ni más ni menos, es otro asunto por completo distinto. Olvidan que existen otras formas de realizar el fenómeno trunco de la comunicación. Está lo visual, y lo oral. Por ejemplo, occidente adentrada en sus laberintos de disque conciencia, desdeña y descalifica la oralidad y los visual como instrumentos de lenguaje. Hace unos siglos toda la poesía era oral, cantada, en un ejercicio de memoria. No tenía nada que ver con el seco y silencioso documento.
Si sólo podemos saber hasta cierto punto qué fue lo que dijimos y no lo que los otros escucharon, entonces a pesar del aparente carácter absoluto de la imagen, a pesar de su cierre, los cabos aún ahí están sueltos. Es un mito burgués el de que todos tendrían que leer. ¿Para qué, para ser tan sabios como ellos? Hay mil y un aprendizajes, conocimientos, versiones de intercambio, distintos a la tarea de leer. Leer es una práctica hedonista que no es para todos ¿Por qué diría que es un mito de la burguesía el fomento a la lectura? Porque ni la burguesía lee. Toda esa bravata, es sólo una postura y relación de poder para establecer e imponer sus valores dominantes, sus parámetros, sus reglas que ni ellos mismos siguen. ¿Y por qué diría que es una práctica hedonista? Porque nadie lee por obligación, los que leen lo saben, y son pocos los que leen y así se va quedar la realidad. Leer requiere un esfuerzo, y es un placer. Por otro lado, hoy día nadie sabe escuchar. Escuchar es un arte, ver lo es. Lo que hay es barullo, parloteo, gesticulaciones, manoteo, gritos, pullas, escándalo, argüende, chisme, opinologos de sus ombligos.
Generación tras generación se acumulan los símbolos, valores, estilos… etcétera, que postulan como inamovibles, permanentes, ustedes saben de qué hablo, esas identidades que tienden a encumbrar porque fueron parte de su experiencia, de la tremolina de su sangre en la catarsis del baile. Operan como si fuesen eternos, en su vehemencia creen que sobrevivirán al carácter transitorio de la realidad. El tiempo se encarga de sepultar los ritmos grabados, las pulsiones de los corazones. Quizá el mejor engaño de la modernidad sea el documento. Cuando llegamos a revisar los vestigios arqueológicos de apenas años atrás parecen siglos, se desgarban, se vuelven polvo entre las manos. Los locos deambulan por pasillos de clínicas pronunciando las verdades de sus vidas. Y hay que acariciarlos, acaso abrazarlos, pobres, el mundo en el que nacieron ya no existe. Entonces los tomamos por los hombros y los cacheteamos hasta que entiendan que ya no son nada ni polvo. Entonces yerran sin tierra como almas en pena, y es que están muertos, sin naturalmente estarlo. Ocurren los cismas en la ventolera, en la erosión, los que llegan transforman el paisaje que se vuelve irreconocible, esa cultura se desvaneció entre mis dedos, por ejemplo. Lo irrisorio: que todo todo todo, todo, se quedara como en la fotografía.
El gran fardo de lo coherente. La joroba de lo plausible. El bostezo ante lo razonable. El humanismo como una calculadora de bienes y resultados, aunque sepamos que todo eso está trucado, sólo es para tener voz de autoridad, como de autoridad, de fiabilidad, como de fiabilidad, de confianza, como de confianza… Y perezcamos en el sonido repetitivo pesado del mismo cuento contado de manera distinta mil veces. La realidad es siempre otra. La realidad es el tedio de sus oficinas, de sus ordenes, el calor y las moscas. La realidad es el calor y las moscas, los mosquitos que se están expandiendo.
Es algo sutil, pasa inadvertido. La prisión del alma, el condicionamiento del alma es más severo, tenaz, es a fin de cuentas autoinflingido. En las sociedades contemporáneas casi no es necesaria la vigilancia de los otros, cada cual ejerce su propia censura. La potestad del «rey» con sus prolongaciones carcelarias son una economía estratégica invisible. Cada cual se ocupa de censurarse sin necesidad de que nadie intervenga…
Al menos eso es así. Preferimos otorgar cierta valía de poder a un foco de concentración. Se suele decir fue él, ella, la culpa es de tal, la responsabilidad la tuvo tal, la tiene tal, yo no tengo nada que ver. Dios, el presidente, la virgen, el diablo, los doctores, la circunstancia. Pero no es tan sencillo como para bien y para mal decir el resultado de esto es por tal. Es una red imbricada de implicaciones más tenue, de mayor extensión, que penetra la piel, los inconscientes, los caracteres, los supuestos saberes. Está en cada palabra en cada acto, es omnisciente y de alguna manera, es más franco. El poder no es de una persona, ente, o maravilla divina, el poder se cuela como creencia, omisión, o palabra. En cada sentido y costumbre, en la ley de la tradición, el poder se ejerce y es una fricción continua e incesante. No es un discurso emitido en tal fecha, de hecho sería lo contrario a una pugna, a una exaltación, de hecho esos momentos son más neutros porque la población descansa por instantes en la neutralidad de las palabras de confianza, en sus suspiros. La realidad es otra.
Mira, por ejemplo, puedo hablar de lo que quiera, de lo que se me pegue la regalda gana. Quiero hablar del submarino ese que está en el gran cartel de los días en fuga. Unos ricos que se sumergen para ver chatarra estancada en el fondo del mar y se quedan a morir ahí para siempre. No se quedan a morir ahí nada más un rato. ¿Cómo, dentro de la idea de ir al fondo del mar, no se les cruzó la posibilidad de que podían quedarse ahí atrapados? Ahora se tiene hasta fe (ciega y obtusa, como toda fe) en la tecnología. Suerte de todopoderosa máquina infalible e indestructible. Hacia nunca más. Bon voyage.
Como todos sabemos, el arte no es sólo esta baratija de mostrador a la que lo han tratado de convertir. Dividendos, sumas, coeficientes mercantiles, cada vez que el arte se vea constreñido, cada vez se vuelve a sublevar ante su insolencia. Cada vez que lo vuelven a tratar de aprisionar en finalidades y conceptos determinados, vuelve a saltar, inquieto por naturaleza, escurridizo; baila mientras les pinta cremas a todos, otra vez. No se deja sujetar ni se dejará sujetar, quizá, por suerte y para mal de tantos.
Busqué una diáfana línea en la que no pudiera ser castigado y a la vez generara la duda suficiente para que los ignaros se llegasen a preguntar (eso en el mejor de los casos posibles, claro). Lo que en leyes se llama vacío legal. Ahora, de acuerdo a las leyes estipuladas por los derechos de autor, no infrinjo de ningún modo los parámetros establecidos, además de que me respaldo por las leyes de la libre expresión. Se me podrán levantar calumnias porque de eso se trata la política: del arte de la difamación.
Enunciaré tan sólo para mi deleite personal una serie de factores por los que no hay delito que perseguir. No existe peculado originado por ninguna clase de robo o piratería porque no saco ninguna ventaja, beneficio o provecho del archivo. No se venden imágenes, no se reproducen, no se imprimen, no se alteran los originales dado que son copias, ni cobra ningún interés externo. No se difunde ni se hace preferencia a nadie, por lo que no está patrocinado por ningún sector ni público ni privado. La resolución de las imágenes es sólo para visualización en pantalla. El archivo es un proyecto que hace las veces de compartir a la comunidad del internet una variedad de imágenes sin ánimo de lucro. El archivo no hace distinción de ningún tipo, trata en la medida de lo imposible, de crear una horizontalidad, un equilibrio de valores, una igualdad, una armonía de lo invisible. No vine a ver si puedo. Bien podría haber decidido no hacer público mi archivo, pero, pero, lo considero un bien común, público, social y popular.
Como todos sabemos, el condicionamiento (pavloviano de salivar) al que estamos expuestos en el capital para obtener ganancias, conduce a una competencia desleal, una lucha encarnizada una rivalidad sin tregua, para pasar sobre los demás, los otros que estarían de más. El liberalismo custodiando la necesidad de cada quien, ese reducto último al que cada cual está sometido, fomenta en cada cual, el sueño pobre de cumplir el reto de aplastar a los otros, el sueño miserable de la victoria abusando de los otros. Esta cruel pelea de perros a la que cada cual es convocado en su deseo, es el fundamento de una guerra velada, invisible, de baja intensidad, continua y sin fin.
Para cometer delito por plagio se requiere según la ley, que se copie por lo menos el 30% del contenido de una obra. Una vez escuché a un profesor decir, que si vienes y citas 3-4 libros se llama plagio, pero, que si citas de 35 a 40 fuentes, se llama tesis. Hay que hablar con conocimiento de causa, no quedes como un payaso.
Cada imagen es una imagen, cada palabra es una palabra tirada al mar en una botella. Hay cientos de miles de millones de botellas tiradas al mar. Navegando por el internet todos esos mensajes flotan interminablemente.
Así es querides amigues, esto es para todos ustedes, prosigamos. A los del palco que miran con desdén, a los que están en la calle desahuciados hilarantes implorando exabruptos, a los del patíbulo sosegados esperando la nueva tortura, a los sentenciados a muerte, es decir, a todos, gracias. Adiós al individuo.
cabría preguntarse sobre ciertas prácticas en torno a la pornografía. ¿Ahora, dadas las apariciones furtivas del internet, es exclusiva de una producción masculina? ¿las mujeres que aparecen ahí, manifiestan su deseo de ser deseadas? ¿sienten placer, están ahí a voluntad o sólo es una coerción del poder económico? ¿sólo son cuerpos-objeto para ser usados? ¿hay mujeres así, capaces de esos actos? ¿el acto sexual es sólo para hacer de la mujer un repositorio de la simiente varonil, de su descendencia, para su procreación? de repente, en el archivo decidí incluir esa categoría impúdica en una dosis de bajo porcentaje (10% máximo por lámina). ¿existe un uso libre de los placeres en esas prácticas o sólo es la compra-venta-consumo seductor de nuestras sociedades capitalistas ávidas de esos mismos placeres? Más allá de las cancelaciones las clausuras las aboliciones sobre la voluntad y el deseo de los otros, sobre el placer de los otros. ¿qué hay ahí? ¿las mujeres u hombres que se desnudan, copulan, son obligados a participar? ¿no hay una cooperación, una coacción, no es un acto multilateral arraigado en el placer de los cuerpos, sea como éste sea? ¿se puede reglamentar, normar, encausar, esto que se sale del orden, y que aún su carácter aparentemente prohibido se encarga de subrayar que tiene lugar? ¿se trataría de… expurgar de la sociedad estas prácticas veladas, que aún así, no cesan de suceder y de ser espiadas? ¿no es un síntoma de esa misma sociedad cuyos fines de pulcritud, higiene, pureza, a toda costa trata de imponer? ¿a quién le sirve o para qué sirve esa delimitación, si las altas cúpulas religiosas políticas intransigen al respecto, siendo éstas las que rebasan todos esos límites por antonomasia? ¿para qué el escarnio? ¿todas esas escenas, todos esos cuerpos no son una serie de esculturas prolongadas capturadas en imágenes fijas, que acontecen a puerta cerrada a través de una mirilla? por supuesto, cabría preguntarse esto y demasiado más, excesivo más, acerca de las circunstancias que lo atraviesan, de las experiencias que representan dichas situaciones, sus historias particulares, sus testimonios singulares, sus evidencias calladas. más preguntarse que responderse. Creo que preferiría que los niños tuvieran acceso a saber sobre el sexo y admirarlo, a lo que actualmente podemos contemplar en un muñeco de plástico asexuado, que lo que siembra es una intriga, un deseo-hiedra. En el entendido de que la estadística dice que poco más de 50% de las mujeres y poco más de 80% de los hombres a nivel mundial miran pornografía, y que es imposible evitar que sea vista, asimilada, Integrada, porque de hecho lo es desde su circunspección muda. O también se pueden tapar la boquita con su respectiva exclamación: ¡oh! En fin, de cómo el pudor y el recato me producen un asco inefable
Para todo piden una justificación en todas partes. Que si el contexto que si las causas que sino es una ocurrencia más que si no puede venir de ningún lado que si esto explica esto o lo otro que si está justificado o que si me faltan comas. El día, sale el sol, las nubes se mueven sabrán a dónde. Erran. Se pierde en el olvido de lo que no se acuerda. Vaya vaya vaya a ver. No se aguanta la nada, el cero motivo, el cero con su abstracción infinita, caótica, vagabunda. Se edifican nociones que se derrumbarán y esperamos ese momento quizá, del desplome. Una nube de polvo y cenizas. Ya no estaremos. Cesará, oh magnitud, oh energía, oh devaneos profundos y bellos. Cesará, con su resquebrajadura inicial sonreiremos quizá. Árboles y montañas, mares y ríos, ¿no oyen palpitar el tumulto? Busca y grita, ¡¿a quién más le apasionan las larvas?!
Todo todo todo todo, pasará. Querían igualdad, ¿no? Pero evidentemente, como siempre, unos son más iguales que otros. ¿No es así?
La vagancia entre las monerías que hacen los otros. A veces hay que aceptar que los otros lo hacen mejor y verlo, reunirlo, administrarlo en un edificio compartimentado es una opción para nuestro ocio, holgazanería y depravación por lo inalcanzable, por lo interminable. Porque el capital nos fuerza a producir y hay que decirle que NO. Que no produciremos nada nuevo, que la maquinita ya está ahí, esperaremos a que expida toda su marabunta patética o sublime, poco importa. Que vomite todos sus resultados.
Y lo que se oye es una multiplicación del yo. Yo, yo, yo, yo, yo, yo. Qué alegría el confetti. Qué alegría cuando lo hacen volar. Qué alegría los niños corriendo y gritando mientras el confetti lo inunda todo.Tengo confetti en mis oídos en mi pelo, soy un hombre de confetti. Corro y me sacudo todo este confetti inútil festivo colorido.
La importancia de que nada cobre importancia. Sin sesgo politiquérrimo, sin aparente señalización, carente de écfrasis. Es de suma importancia la no clasificación, el no expediente, la no identificación. No apuntalar nada, no fundar fincar no edificar no inculcar no ser indulgente preferente. Nada de nada. Un mar de curiosidades, el océano de las singularidades. no hacer hincapié, no juzgar, no opinar, no aderezar, la ataraxia total. La maldita y embrujada búsqueda perpetua de la horizontal.
Es innegable que en mi ADN están millares de trotamundos recolectores. Se quedó mirando un punto fijo dentro de su cuarto que hablaba de una lejanía silenciosa. De un crepitar apenas perceptible.
Hay que decirle NO una y otra vez a la obra de arte. Un NO grande e imperativo. Hay que latiguearla y dominarla, sodomizarla. Y decirle NO, maldita obra de arte. Porque la obra de arte se subleva. Es extremadamente insolente. En la lluvia de fragmentos. En la cascada de eventos fortuitos. En la avalancha algorítmica de las preferencias. Es por su bien quitar las publicidades capitales, sus supuestas adhesiones, adscripciones, protagonismos. Su encubierta propiedad. Uno de los valores que la civilización a encumbrado, con la fluctuación del mercado, es la posesión de bienes, como si esto dotara de un poder magnánimo. La zanahoria y el asno. Humor negro. ¿lo conocen?
lo dije hace demasiado tiempo atrás, mi huelga es al estilo japonés. Sobreproducir para depreciar el mercado burgués. Lo curioso es que dadas las condiciones materiales y tecnológicas, el propio flujo del arte se encarga de realizar ese desbordamiento, de propiciar su ruina, su acabose. Si será hoy o mañana no sé, es inminente. Lo que es esto, en resumidas y alborotadas cuentas, es un índice sobre la torre de babel del capital y su imaginario inabarcable.
No creo que exista EL método. Lo que hago está más hecho de buscar que de encontrar. Creo que he sido adicto a vivir la vida, de modo que todos los días fuesen, como si fueran el último día de mi vida, no vivo con el miedo ni con la seguridad de vivir o morir. No sé, para mí esos artistas que ofrecen EL método como la panacea, no son más que charlatanes hambrientos, hienas. En la academia escasea el arte, el arte no se enseña-aprende (los manuales van a decir todo lo contrario, pero esos recintos son centros penitenciarios de exterminio del genio y la invención); mas bien me resulta factible una suerte de transferencia, que no tiene un lugar específico ni exclusivo en donde ocurra. El arte goza de una libertad para germinar que es diametralmente distante al sistema que sea.
Uno se va enterando de lo que hace, va surgiendo. Al principio, no quería establecer o dar a conocer las pautas o reglas intrínsecas a este ejercicio de lectura, porque deseaba ver los purulentos abscesos del público reaccionario emergiendo. Quería verlos supurar, un gusto morboso me incitaba y hasta me excitaba. He tenido que reducir al 6% el contenido picante por su extrema absorción de la atención. roba protagonismo. Ahora incluiré más contenido lgbt+, que no lo había hecho por parecerme proselitista esa medida, en fin que si lo quieren, ahí están sus hombres musculosos con sus enormes bErgas erectas, a mí qué.
Cuéstele a quien le cueste, le pese a quien le pese, occidente se ha dado a la tarea de acuñar. Revisando documentales, en oriente cultivan un arte efímero y si acaso, la contemplación estática de una cierta noción cósmica, se da en un ambiente, en un entorno, en un templo, que no se le niega en su demagogia el acceso a nadie. Las viñetas son de una melancolía alegre sobre lo efímero que se desvanece vaporosamente. En américa estamos al oriente del oriente, a occidente de occidente, no sólo físicamente, sino metafóricamente. No somos ni esto ni lo otro. Siempre me ha parecido que los discursos fundamentalistas que respaldan las identidades no hacen sino crear el conflicto del ser otro, diferente, distinto, lo que crean son estos proto-facismos de la pertenencia. El referente, hay que romper el referente, el contexto desmembrarlo, hay que destruir esa sintomatología del ser esto y sólo exclusivamente esto. Es en el desfase que se nota y puede alcanzar a notar que somos nada, otros, por completo singulares. Diáfana, espectral, clarividente nada. El ser humano por indefinición es ficción, artificial, esa falsa creencia de la nostalgia hacia el origen las raíces el pasado y un largo y tedioso etc, son la creación del problema histórico omitiendo que estamos perdidos en el tiempo, antes que nada, irremisiblemente perdidos en el olvido de una supuesta historia condicionante. La creación del sujeto, es la creación de la tortura justificada.
Como todos sabemos, los totalitarismos estaban fincados sobre el fondo de una supuesta identidad, un contorno que los delimitaba y excluía del resto, un conjunto que los separaba y aglutinaba. La identidad garantizaba la cohesión del grupo para perseguir los mismos fines, fueran los que fueran. Una carátula sostenía, infranqueable, insustituible, el sentido de ese cuerpo constituido para obedecer, por sobre lo que fuese, la voluntad colectiva. Con el pretexto de la defensa de su identidad, se sublima la guerra, se matan unos a otros, en una contienda interminable. Es el furor del fuego, animadversión del fuego, la rabia en el fuego, la destrucción en el fuego. Los hijos de otra madre asesinan a los hijos de otra madre y a su vez en … una rivalidad que no acaba nunca. La identificación con, el reconocimiento con, etc, esa suerte no sólo de empatía, sino de enamoramiento. No se sigue a un amo sólo por temor, se sigue a un amo en un enamoramiento. La identidad quizá sea esa ilusión de sentido, ilusión de ser algo, lo que sea, con tal de no ser nada. Soy esto, soy esto, se repite, mientras deambula por los pasillos de ese hospital, del gran hospital que es la humanidad.
no somos sino un juego de reveses infinito, un sincretismo interminable, una mutación perpetua. la mezcla de la mezcla de la mezcla de la mezcla. porque el lenguaje no alcanza a atrapar, a capturar el sentido. esas palabras que por siempre serán borrosas, indistinguibles y no alcanzan a arrebatar el ser a la cosa. en un pueblo subyugado, sometido, es casi imposible que florezca el disfrute, no se diga el más mínimo placer enfermizo, nada. ni placeres sanos ni insanos, una suerte de masoquismo desvaído, una suerte de masoquismo deslucido. la hiedra sin flor ni fruto. ni siquiera un obsceno masoquismo que justificara tanta degradación, que peleara por su justa decadencia y dolor. una agonía anémica… la identificación, ese dispositivo de las sociedades de control, de asignatura, de marcaje, de código “secreto”, de contexto al que perteneces y del que todos podrían hablar y saber de lo que hablan. conjeturas banales. ese lugar de regularización, esa culpa que carga y somete a cada identidad. el problema de la identidad no es un problema nuevo. es tan antiguo como la religión, ese lugar en el que se relacionan y someten a un dios común, y los que no… ¿y los que no? el otro es el infierno??? la ficción de la persona arcaica es el mito. a partir de éste va a realizar la exégesis de su mundo. es real en tanto que se relaciona con lo que vive. … y también al revés, la realidad da y es suficiente para crear el mito, el imaginario colectivo, «la mentira» que nos contamos compartida, para cobrar valor y pasar del lado de «la verdad». e igual te morítes.
En todo caso esto es un ready-made plural, barroco, kitsch, obsceno e irreverente. En mi muy humilde opinión es una colección que convoca a la insubordinación acerca de la propiedad intelectual y las mojigaterías que arrastra. Para mí, el collage siempre ha sido una técnica política, antes que nada… Después de todo la realidad es un parche sobre otro parche.
Insistir en que entra el actor y la audiencia se calla. Para mí el acto transgresor hace demasiado que se cebó. El cúmulo me ha ayudado a vacunarme de sobresaltos, exabruptos, escándalos, maledicencias. El malentendido es pasajero, la bruma lo borra todo. Quedan estos espectros deambulando, estas efigies a medio caerse, estos teatros de sombras por los que pasamos inadvertidos. Estamos, diminutos, vagando por las gigantescas moléculas del tiempo en fuga. Somos asteroides con células errantes por el universo poblando nadas extranjeras. El contagio de cada imagen cauteriza. Se dice que una vez existimos, no lo creo. Como diría D. el enunciado más que describir, crea una realidad.
Todo documento parece una prueba, una evidencia, un rasgo, una pista, un indicio, un rastro, una huella. Es un tanto ingenuo creer que el documento está escindido de intención, tendencia o sentido, que no detenta una carga . Frente al misterio de la vida, la ciencia es la nueva religión. ¿Quién no se cuadra frente al dictamen de la data científica? El trasfondo pobre de un juicio maniqueo habiendo practica y empíricamente un sin fin de adjetivos y articulaciones de dichos artificios verbales. Pero escogemos el signo total que aplaste a los otros, que los aniquile, que los nulifique, que los neutralice, que los vuelva «inofensivos». Privándolos, lo que hacemos es asfixiarlos, matarlos, con tal de que se mantenga el orden. La ilusión de la consciencia capaz va a tener sus adeptos, sus seguidores, sus creyentes, en contraposición a la anomalía que se sale de rango, que no se adecúa y adapta a los preceptos que promulga la ilusión de la consciencia. Es curioso como estas sociedades de control van a desplegar una policía moral para formar un cerco que las separe en nombre de una serie de verdades que detentan como absolutas e innegables, imposibles de ser desobedecidas. Más que una narrativa lo que se desarrolla es una dramaturgia, repleta de gestos, con actos válidos o inválidos, con sus respectivos certificadores verificadores censores, toma de decisiones, proscripciones de lo debido lo corregible, modos de dirigirse a los subalternos a los mandamases, risas y llantos preestablecidos, previamente acordados. Todo esto va a configurar una galaxia en la que girarán los intereses deseos y aspiraciones, porque el ser humano no es sólo su circunstancia, de hecho sin fantasear que no sólo es eso, no podría vivir.
Sobre la identidad hay algo más. Esos que la usan como un disfraz, fingen ser de tal o cual modo y sus vidas las conducen vilmente. Digamos, se manejan en el ámbito de las apariencias y son desleales, personas deshonestas. ¿Cuántos no conocemos, hemos conocido, hemos tenido contacto con lo cuales no se piensa salir ni a la esquina? ¿Cuántos no son más que un BLUFF enorme y sus vidas son esas ficciones que se crearon, pero todos sabemos, en secreto, que no son así. No los queremos ver ni vivos ni muertos, simplemente no los queremos cerca. ¿Tengo que decirlo otra vez? Aquí no se hace ninguna selección de ningunas supuestas pretensiones, esto es un basurero, su mentira queda más para allá… úshkale pinche perro mierdero… anda pa’lla bobo… nací ayer…
Claro que es una propuesta y ofrecimiento, el archivo, que presiona el ambiente social del arte. Al parecer inmunizado por sus flancos delimitados, que lo hacen parecer ajeno a la sociedad. Instrumentalizado para ciertas nociones, ya sea para fingir interacción con ésta, o para desentenderse flagrantemente, el archivo cuestiona su existencia dentro de los modus operandi de la maquinaria capitalista. ¿si está inscrito en la competencia, como un caballo pura sangre de crianza, el archivo monumental, no hace miniaturizar dichas proezas? ¿no los reduce a actos de mímica y gesticulaciones? ¿el barroquismo del archivo no hace notar lo absurdo de las inequivalencias? ¿el archivo no es capaz de desactivar las valoraciones burguesas? Uno se pierde, indefectiblemente, con todo esto arrojado a la cara, se pierde. Lo que propongo aquí es la dislocación de la sintaxis. El imaginario dispar de relaciones inconexas. Siempre preferí hablar de imágenes que de pinturas, fotografías, dibujos, modelos 3d, ilustraciones, etc…porque no me interesan los medios. Los medios dentro del arte me parecen superfluos y a veces se les concede demasiada importancia, no me interesa analizar los medios y sus cualidades. Me parece completamente banal, irrelevante y peligrosamente ignorante, erigir un criterio a partir de los medios. Un medio sólo va a describir un funcionamiento, un proceso, una serie de causas efectos, y una cierta lógica, hasta ahí, nada más. Así de escueta y seca es la descripción del medio. Que tanto unos como otros traten de exaltar el medio me parece por completo echar mano de un recurso para enfatizar el vacío, dotar de sentido el vacío. ¿ya lo dije? esto no es una fábrica de publicidades capitalistas. aquí no hay preferencias.
… que la gente se crea un molde para encajar con sus conocidos sus amigos sus familiares la sociedad que los juzgará si no los identifica. No puede juzgarlos si no los identifica. Para esa gente el «saber» sobre el otro representa su propia seguridad, que no se salga de su molde, que no aparezca movido, fugaz, el que era, cómo se atreve a cambiar, o no ser una apariencia fidedigna, etc… Circulan por la vida con moldes de sus personas, a imagen y semejanza ¿de qué? De lo que sea identificable, seguro, configurable, que no me represente ni problemas para mi propia supuesta identidad. Negarle al otro abrir su libertad, a la maravillosa suspensión de sentido. ¿Para qué se tienden todas estas cárceles estrechas de sentido? ¿Qué fronteras vuelve vulnerables salir borroso en la fotografía? ¿con mi casi nula identidad, no quedan más bien expuestos los espectadores? esos supuestos modelos a seguir no son más que una fantasía que con un tronar de dedos desaparecen.
En un parpadeo, en un abrir y cerrar de ojos, paseamos por imágenes cuya fugacidad nos dejan despoblados. No retenemos nada. Si es mejor o peor la experiencia, me parece que no merece calificativo, es otro tipo de experiencia. Se nos desvanece en la memoria, caemos flotando sobre iridiscentes geografías holográmicas. Al día siguiente se despierta como de un sueño del que no recordamos nada, una amnesia, una sensación en la la piel vacía.
Están estos noticieros alarmistas que según están «informando», cuando sólo apelan al miedo y el desconocimiento de sus audiencias. Hablan desde este «saber» en un tono hacia los que “no saben”, amedrentan, insinúan, implantan, intimidan con supuestas informaciones presentadas como «objetivas» . Como en todo lo humano, el acto de clasificar, crear listas, nomenclaturas, identificar y ordenar, en la pornografía actual es una gama amplia y un espectro que va desde lo amateur soft, hasta lo mercantilizado capitalista y gore. No se dejen engañar por estos intentos moralizantes que hablan desde el tono de autoridad para legitimar sus ideas, posturas, censuras, propagación de sus violencias veladas acerca del sexo. Su tajante voz autoritaria disque amabilísima en la que salvan al género humano de caer en las garras de la inmundicia. Pasaba frente a un televisor y me entraron deseos de escupirle. En el tenor que iba esa supuesta crítica. Contenido subido, enviado, compartido por Internet, lo siento, pero tal vez y lo más seguro es que no vayas a tener ningún control al respecto. Lo envías y aunque sepas con quién lo compartiste, es muy difícil que no antes o que después, en un día cercano o remoto, ese contenido, por x motivo, se esparza de algún modo. No quieres riesgos, no envíes subas compartas dicho contenido. También pueden irse a vivir a una ermita. Digo, es una opción, no hay que descartar.
Conforme a lo de si alguien debe estar facultado para hablar o no sobre literatura. Vuelvo a realizar la pregunta. ¿Por qué sufre tanto el neurótico? Como si las academias no estuvieran infestadas de estafadores. Volviendo a la pregunta. ¿Hay que tenerle compasión alguna al neurótico? Yo considero que no. Un neurótico causa demasiado daño. Y no se le debe ningún tipo de compasión. Todavía la pregunta da para más. ¿Por qué el neurótico desea que los otros sufran a su vez?
Como todos sabemos, la cultura no es algo fijo, predeterminado, y perenne. Es móvil y cambiante. Si acaso, muere y renace. Es de carácter dúctil, maleable, se transforma y desplaza. Cuyas aleaciones algunos creen poder controlar. La cultura mas bien sería escurridiza, resbalosa, sin dejarse atrapar, aprisionar, sujetar. Escuché demasiado r n’r en toda mi vida. Es algo que por motu propio no pongo a reproducir, quizá nunca jamás lo vuelva hacer. Siento a su vez, que es una protesta por lo reaccionario en que se han convertido. No dudes que es ó fue un arma de penetración y dominio cultural. ¿Por qué los anglosajones al visitar el sur latinoamericano piden o exigen o coercionan a que se les hable en inglés? ¿Por qué nosotros al ir a sus territorios tenemos, estamos obligados a abandonar nuestras lenguas maternas y vernos forzados a hablar en inglés? El carácter anglosajón está construido de miles de tácticas de invasión. Son una entidad que se rige en gran medida por el trauma de ser, o haber sido isla. Con el reggaetón sucede algo parecido o similar. No dudes que sean campañas estratégicas neoliberales de mercado para difamar un producto cultural latinoamericano. Siembra una plaga y se reproducirá dominará un ecosistema, tira una colilla en un bosque y se propagará el fuego hasta destruirlo todo. Me da por especular escenarios, dadas las estructuras preexistentes, no invento el hilo negro. La clase media que se siente en el poder de disque saber, enjuicia algo que jamás ha ni siquiera escuchado. He escuchado críticas de personas que ni siquiera se han tomado el tiempo de indagar, investigar, oír. Abrir el hocico es deporte nacional. Por encima, realizan sus conjeturas tajantes para montarse en un podersillo nimio, caracterizado por sus nostalgias y el desconocimiento. Las raíces de toda esa ola provienen del reggae, la salsa, la cumbia, las bachatas, el electrónico, rap, trap, hip hop, etc etc etc… Es un condensado candente de música en su mayoría negra, cadenciosa, de poblaciones de color, con sus sabores, sus intensidades, sus sensualidades, etc etc… Ese ortodoxo fincado en sus doxografías musicales no hace sino ser un instrumento de difusión de una guerra cultural mucho más amplia, que implica racismos, xenofobias, los elementos del poder con sus controles, sus centros de verificación del saber, sus clasismos para zanjar brechas, para realizar separaciones, rabias ridículas. Es mucho más complejo que esos juicios de valor que enuncian-reproducen, porque no les interesa, porque están dispuestos a entregarse a sus triviales odios impotentes de pantalla. A morirse con su verdad, lo cual no les niego, muéranse bien muertos con eso entre sus manos, apriétenlo bien, no lo suelten. Es una discusión para la que nunca estarán dispuestos y realmente a mí tampoco me interesa tener una conversación así, me da pereza.
¿Qué me da cringe? Las personas que bloquean sus fotografías para descargas en las plataformas, sabiendo o no, que existe la captura de pantalla. ¿Qué me produce cringe? Las imágenes con sellos de agua, logotipos, identificaciones, porque todo eso se puede editar. ¿Qué me provoca cringe? Que estén tan entrenados, instruidos, estén tan condicionados, estén tan amaestrados, sean tan obedientes, en el cerco de púas capitalista. ¿Qué me causa cringe? Que crean que sus datos no pueden ser usados sólo porque lo declaran en una ridícula sentencia pobre con su firma autógrafa puesta en la red. Me da sarna, me da escozor, me pica.
Siento que es una época inmersa en protocolos, ávida de fórmulas, ansiosa de recetas que le aseguren que tiene algo entre las manos. Desvanecidos los estatutos comunes, los acuerdos estables y resabidos, entonces aparecen estas estipulaciones que buscan reubicar la realidad en lo reconocible. Se trata, a mi parecer, de una cuestión epistemológica, más que de una reinvención ideológica. Porque no se soporta el vacío, el hueco, la nada. Porque no se soporta la improvisación de la vida. Porque se quisiera tener certeza de algo, y así sólo funciona esta discapacidad constante, esta atrofia visible. Estos objetivos truncos, frustrantes, este agobio de conseguir a toda costa en todo momento, que estas formulaciones se cumplan. Como si la realidad tuviese que acoplarse a todos estos velos. De todas maneras, la realidad se sacude su lomo de dragón etéreo y tira estos tristes polvos para seguir su curso. El dragón está vivo, no es una roca desalmada. Vaya, vaya, que la burra baya a saltar la valla, para colmarse de unas bayas. Orinar, los animales orinan sobre lo que creen nadie les puede arrebatar, lo marcan, se lo adueñan.
Los formatos. ajjajajajjajajjajajjajajajajajajjajajahjahajajjajajajajsjajjajajajjsjajsajjajajajjajajjajajjajajajajajajjajajahjahajajjajajajajsjajjajajajjsjajsajjajajajjajajjajajjajajajajajajjajajahjahajajjajajajajsjajjajajajjsjajsajjajajajjajajjajajjajajajajajajjajajahjahajajjajajajajsjajjajajajjsjajsajjajajajjajajjajajjajajajajajajjajajahjahajajjajajajajsjajjajajajjsjajsajjajajajjajajjajajjajajajajajajjajajahjahajajjajajajajsjajjajajajjsjajsajjajajajjajajjajajjajajajajajajjajajahjahajajjajajajajsjajjajajajjsjajsajjajajajjajajjajajjajajajajajajjajajahjahajajjajajajajsjajjajajajjsjajsajjajajajjajajjajajjajajajajajajjajajahjahajajjajajajajsjajjajajajjsjajsajjajajajjajajjajajjajajajajajajjajajahjahajajjajajajajsjajjajajajjsjajsajjajajajjajajjajajjajajajajajajjajajahjahajajjajajajajsjajjajajajjsjajsajjajajajjajajjajajjajajajajajajjajajahjahajajjajajajajsjajjajajajjsjajsajjajajajjajajjajajjajajajajajajjajajahjahajajjajajajajsjajjajajajjsjajsajjajajajjajajjajajjajajajajajajjajajahjahajajjajajajajsjajjajajajjsjajsajjajajajjajajjajajjajajajajajajjajajahjahajajjajajajajsjajjajajajjsjajsajjajajajjajajjajajjajajajajajajjajajahjahajajjajajajajsjajjajajajjsjajsajjajajajjajajjajajjajajajajajajjajajahjahajajjajajajajsjajjajajajjsjajsajjajajajjajajjajajjajajajajajajjajajahjahajajjajajajajsjajjajajajjsjajsajjajajajjajajjajajjajajajajajajjajajahjahajajjajajajajsjajjajajajjsjajsajjajajajjajajjajajjajajajajajajjajajahjahajajjajajajajsjajjajajajjsjajsajjajajajjajajjajajjajajajajajajjajajahjahajajjajajajajsjajjajajajjsjajsajjajajajjajajjajajjajajajajajajjajajahjahajajjajajajajsjajjajajajjsjajsajjajajajjajajjajajjajajajajajajjajajahjahajajjajajajajsjajjajajajjsjajsajjajajajjajajjajajjajajajajajajjajajahjahajajjajajajajsjajjajajajjsjajsajjajajajjajajjajajjajajajajajajjajajahjahajajjajajajajsjajjajajajjsjajsajjajajajjajajjajajjajajajajajajjajajahjahajajjajajajajsjajjajajajjsjajsajjajajajjajajjajajjajajajajajajjajajahjahajajjajajajajsjajjajajajjsjajs.
Como ustedes saben, la historia de la humanidad es la repetición de la repetición de la repetición de la repetición de la repetición de la repetición de la repetición, con sus salpicadas variaciones, moribundos, eclosiones, cismas, agonías. Como ustedes bien saben, es la referencia de la referencia de la referencia de la referencia de la referencia, sin parar. Es la historia de las semillas. Esporádicas, germinando, migrando, traspasando, transfiriendo, germinando. Aquí o allá, un reguero, un rodar de generaciones. Gestándose aquí o allá, los embriones en desarrollo, espirales de espirales. Como ustedes requete saben la historia de la humanidad es una línea continua de repeticiones coherentes amalgamadas monótonas aburridas, de las grandes conclusiones congruentes y las boyantes determinaciones. Como todos saben la historia de la humanidad es la historia de lo hiper masticado una y otra vez, la historia de la humanidad es la historia de los rumiantes…
La cultura no es ese algo virginal, puro e inmaculado. No es esa producción humana impoluta. Quizá ahí está la diferencia con respecto a otros ámbitos. Las culturas más ricas, por el contrario, son aquellas permeadas, aquellas más contaminadas por otras culturas, intervenidas por otras culturas. No hay cultura intocada, de burbuja, de ornato, enajenable. La cultura es ese intercambio constante, implicante, el desarrollo de sus diversidades. Quizá lo apasionante de la época sea la agitación de las corrientes, su turbulencia instantánea, su carácter de tsunami imprevisto y su veloz desaparición. En un abrir y cerrar de ojos lo cambiante, la voluta. Todo aquel que se quiera totemizar no es más que un muñeco inflable, de esos que con un ventilador se mueven fuera de un lote de autos usados, un payaso animado por el aire fingiendo esa pasmada alegría de la venta de basura. La riqueza de la cultura radica en su transformación, en su degeneración ambigua, radiante, vital. Su devaneo, su mayor talento.
(este post es para que me den unfollow). ¿Por qué nos avientan la guerra a la cara, con sus causas, sus estallados, sus damnificados? ¿Por qué siento que se sienten culpables y entonces nos desean hacer sentir culpables a los demás? ¿Por qué creo fervientemente que no hacen nada en sus vidas agobiadas y aburridas y creen que los otros no hacemos nada con las nuestras? ¿Por qué pienso que nos desean recriminar, como lo hacen los noticieros que no hacen nada y nunca cambian nada de nada, que son parte del problema, se cooperan aunque lo duden, ineludible responsabilidad que de todas formas eludirán, y nunca pasa nada y no hay tal dicho cambio de consciencia de nada nunca? ¿Dónde está esa comunidad más justa que crean a diario, esa sociedad más igualitaria, efectiva, cotidiana, tangible, material en la que a cada instante están trabajando y no sólo me están aventando la guerra a la cara? ¿Dónde están esas actividades hoy, ahorita, más allá de cómo se laven el cerebro de sus buenas consciencias? Recolecto, recolecté cuerpos desmembrados, piececillos sepultados, gente muerta por doquier, gente muerta igual a la que publica todo eso en la red. Se las aventaré en tres, en cinco en diez años a la cara, en medio de la ingente descomunal avalancha de imágenes. ¿Además de que me avienten a la cara la guerra, ustedes pueden hacer algo? ¿Aparte de nuestra impotencia compartida, creen que yo pueda hacer algo?¿Por qué no se han dado cuenta que la guerrra está por todos lados, en todos los ámbitos, en el trabajo, en la política y sus gestiones, en lo económico el poder desplegándose sin miramientos, en la sociedad incrustada con sus disque pugnas, en el arte con sus lame webos concupiscentes y sus vencidos desganados, en las letrinas sucias de todo establecimiento, en cada frase emitida por cualquiera, sobre lo que sea, hay guerra, la guerra lo colma todo, todos los días hay guerrrrrrrrrra en mis intestinos y aún así vienen a quererme decir que la guerra está allá, lejos, que me atañe? Son ustedes los que no hacen nada, ténganlo por seguro. Plántense en la noche al borde de su cama con sus dos pies firmes y sean sinceros con ustedes diciéndose, sí yo soy ese ojete que no hace nada por nadie. Sólo les aviento a la jeta la guerra.
Lo primero en lo que me fijé, fue en su bonita letra. (No dijo nunca nadie). Me gustan tus tetas porque demuestran la teoría de que uno sí se puede concentrar en dos cosas a la vez. Me gusta tu culo porque me recuerda al animal que creo me he perdido. Y tu cabello de pony que me despierta un instinto de hierbas. Nunca se entiende, que siempre se está hambriento de hembra. De noche o de día aquello punza hasta ser un verdadero fastidio.
Tenemos que hablar sobre Kevin. ¿Qué responsabilidad ofrecen los medios de comunicación? Parapetados en la coherencia de los discursos científicos, en sus supuestas objetividades, fungen como observadores plenipotenciarios, cuyos juicios serían invulnerables. Desde la óptica de una incuestionable veracidad, parecen psicópatas que no actúan en ninguna ocasión ni circunstancia, se limitarían a ver todo pasar y lavarse las manos de ningún tipo de intervención al respecto de los hechos. Como sabemos, alcanzan a tener cierta repercusión, hasta cierto punto, digamos, porque en realidad informan para que todos sepamos lo que no va a cambiar, y sobre todo lo que no podemos hacer. Nada de nada. Pueden ver hambre mientras fotografían y sacan un chocolate para sí, pueden ver miseria y llegan en helicópteros a cubrir la nota, pueden ver desorden público y trabajan en agencias especializadas con equipo sofisticado, dispuesto y organizadas, pueden ver sed muerte y sus labios tocan botellas de agua refrescante mientras sus cuerpos ejercitados gozan de plena salud y vigor, pueden ver injusticias y sus sueldos hinchan sus bolsillos alegremente mientras los botones de sus camisas sufren esos rozagantes pletóricos pechos, pueden ver, digamos, y dejan pasar por alto. Podemos decir que lo de ellos se limita a observar el poder y sostener el poder con sus testimonios. ¿Qué podrían hacer si no? Por otro lado como si fuese un dios todo poderoso, cree que todo lo ve, desde todos los ángulos habidos y por haber. Según los medios no hacen nada, según son inocuos y a la vez se adjudican la totalidad de la verdad. Hay un aire de suficiencia, aunque sólo alimenten la incredulidad. En realidad desconfío de los medios, de su constancia y disque relevancia. J.L.B. decía que bastaría con un día a la semana para enterarme de lo importante, de lo imprescindible, de lo que no sería el mismo plato servido diez mil veces frente a la misma ventana, por la que habituados a la violencia, la miramos como lo más normal. De todas maneras, cuando cunde el hecho, uno se entera. Para mí, los medios son los ladrones del tiempo, esos usureros de mi tiempo, valioso como nada. Quisieran respirar en mi nuca todo el tiempo, acusar y perseguir para que nada de nada ocurra, para continuar con la lamentable decepción de la realidad. Para mí, por más que quisiesen enunciarse desde la verdad, todos sin exclusión, todos los medios engañan sin invención. Engañan porque crean una realidad, porque la producen y reproducen, como si nada, como si no tuvieran influencia, tendencia, preferencia, como si fuesen semidioses, son los cultos ignorantes. Su arrogancia y soberbia son nimiedades. Funcionan, digamos, para que la ley permanezca y el orden prevalezca.
Los acuerdos de respeto son empleados en reciprocidad entre “iguales”. Yo no voy respetar a quien nunca me ha respetado. Cuanta veneración y miedo consagran en la propiedad intelectual, los pequeños vasallos de la cultura, sus siervos incondicionales. Dado que el capitalismo se ha vuelto una religión imperante, fascinante, creo que nuestras operaciones en el arte tienen que ir en la dirección de su profanación. Horadar sus puestos, boicotear sus síntomas preestablecidos, tomar los templos, quemar sus ídolos.
Un dolor de muelas es la muerte. Diría P, que cualquier confrontación metafísica es nada comparado con un dolor de muelas…
Siendo puntuales, y dejando de lado los idealismos, el arte puede aspirar no a romper la censura, quizá sí a expandir los límites. El tiempo, que parece ser el verdadero legislador de las piezas, aplica su guillotina implacable y fragua sus reveses. Lo de ayer, que pretendía ser una enorme transgresión hoy nos parece un juego de niños, una broma ridícula. La estructura de las redes, si se han percatado, están hechas para la individuación de los sujetos, la individualidad entre la masificación. No la singularidad, ni la distinción, sino la indiferenciación. Me es muy sospechoso que inclusive algunas plataformas no permitan enlaces directos al exterior. Son esos mecanismos, esos pequeñas y aparentemente insignificantes operaciones las hacen saltar a la vista la función que desean se desempeñe al interior de la alberca de pelotas. Son entonces esas pequeñeces que se dan por sentadas, las que conforman la galaxia capital del control del deseo, de los límites, de los juicios…. etc…
No hay contexto, no hay referente, no hay nombre de autor, no hay títulos, no hay explicación, no hay pie de foto, no hay ficha técnica, no hay espacio consagrado, no hay discurso que sostenga nada, no hay justificaciones, no hay arbitro, no hay especialistas en la materia, no hay letreros que indiquen sabios proverbios, no hay buenas reseñas, no hay identificaciones, no hay clasificación, codificación, catalogación, etiquetado, membretado, sellos de agua, no hay taxonomía, no hay orden, no hay letanías sobre la moral de los árboles, no hay rezos monótonos sobre la cúspide del conocimiento, no hay razones tediosas con sus consultores y certificadores, no hay una larga lista de personalidades que aprobaron el proyecto, no hay respaldo institucional de cuellos apretados y becas henchidas, no hay artículos entusiastas ni entrevistas remanidas ni revistas glamorosas ni nadie que le haga publicidad por centuplicado al trillón de lo trillado hable bien para gracia de la virgen (que no sabe de lo que se pierde) y sus pupilos (que bien saben de lo que se pierden), no hay causas en las que se apoye, no hay objetividad ni fundamento, no hay preferencias, no hay protagónicos ni secundarios ni extras, no hay burocracias reprobando lo que se pone aquí, no hay autoridad tocándose el bigotito mientras finge representar algo, no hay interventores con filtros ultra conscientes sobre lo que debe de ser, no hay comités rechazando propuestas, no hay clínicas ni psiquiatras ni analistas señalando nada de nada, no hay fulanes relamidos diciéndome al oído nada de nada, no hay nada de todo eso y más, por siempre mucho más sobre lo que no hay aquí. Esto es una irrupción cósmica. Afortunadamente.
Si cada cual está en su asunto privado, ya sea para observar pornografía o para ver ositos cariñositos o para estar con su familia en un retrato veraniego o tanto para si se trata del arte con letras mayúsculas, creo que, como el enunciado lo dice…lo privado es político, entonces hay que darle la vuelta al calcetín, volver lo privado público, un asunto de la calle, del exterior, de las redes. No privar más la vida privada, no otorgarle cuartel. Me parece que me interesa demasiado el vestigio. Me parece que me interesa demasiado esa fotografía mal tomada por un aficionado sin reglas, (me agradan esos retratos de las personas, en las que aparecen petrificadas en el tiempo, hechas por «alguien que no sabe tomar una fotografía”), ese dibujo mal hecho por un momento de inspiración de un amateur, ese gesto el que sea, de aquel que se preocupó por plasmar en una servilleta sus lágrimas o su risa. Me interesa demasiado eso no profesional. El remedo o la burla de los programas de televisión, hechos por gente a nivel del piso, sin efectos ni grandes producciones. Me interesa demasiado que alguien se desnude y se suba copulando al internet, o que sea tan fácil el acceso a esas escenas obscenas, que ya son del dominio público, y que no se trata de la vergüenza y el arredro, sino de la pulsión vital, emancipadora de la carne. Me interesa eso que se creía perdido, eso que era una basura, que parecía podrido, eso que es un tesoro para otros. Es quizá en lo que no estoy en total acuerdo, con la tabla de valores de las nuevas generaciones. El Lamborghini… me gustaría subirme un día por la sensación y la experiencia, tenerlo no me interesa taaaanto. No me quejaría de tenerlo, pero preferiría el bajo perfil. La champaña… meeeh, no saben nada de bebidas. Yo no he encontrado nada tan valioso como existir y el tiempo. Lo busco lo busco y no lo busco. Después de la vida dirán que está el reino de los cielos. Al respecto, me considero un escéptico, no quiero ser un aguafiestas, me afilio a la duda K. de… no poder comprobar ni que dios existe, ni que no existe. Y sobre la muerte… nadie ha vuelto para contar nada al respecto, reservo mis comentarios sobre lo que es inaccesible. Lo que brinda el señuelo de la vida eterna, es la paz, la fe de que se persistirá. Esto es, desconocer la angustia creadora de saberse finito, mortal, de una vez por todas. Una sola vez y nunca más.
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El Internet ofrece un ficticio don de la ubicuidad. «Se puede estar en todos lados, sin estar en ninguno a la vez.» Todos los modelos, todas las representaciones, todos los sentidos, todos los signos, todas las proposiciones, habitan en un lugar preciado. «Todas las cosas de este mundo están al alcance de la mano.» Y no, tampoco hay que mentirse, es una ilusión audio-visual. Cada modelo que constituiría una contingencia perecedera, habita un lugar en el lenguaje. Lo que interesa de la figuración visual es que puede no ser dicha, sino sólo mostrada. Al momento de cualquier descripción, se resquebraja el hechizo de lo visual, de su sin palabras. Ni el meme, es una dotación de sentido unidireccional, de significado plausible. Hasta el meme es una polisemia que posibilita la otra interpretación. Ni el meme termina por cerrarse en un sentido absoluto. Por siempre se podrá seguir diciendo NO.
Como todos sabemos el mundo está compuesto de hechos, de una multiplicidad de casos. Todas las cosas de este mundo finalmente estarían numeradas en un inventario limitado. Que sea inmensa la cantidad singular de hechos, enorme, no quiere decir que sea sin fin. La infinitud es casi imposible. ¿la ciencia algún día podrá medir los confines de lo existente, de lo real, del lenguaje? ¿podrá contra todo pronóstico llegar a consumar una certeza absoluta? no hay verdad no hay mentira, sino sólo el cristal con que se mira. Mirándolo bien, la pantalla es un gran vidrio. Como sabemos, el mundo está atestado de intenciones, mas el mundo se hace de actos, no de dichos. Son los hechos entrelazados, cruzados aquí y allá, relacionados los que componen una realidad hecha de fuerzas en tensión.
¿Por qué es imposible la comunicación? La especie es ese animal que se atrevió a hablar. Porque la especie es un animal que no se contenta con el significado unívoco. Porque no lo hace y nunca lo hará. Al hablar trasgrede, se ubica en una noción que pocos pueden alcanzar, porque en lo que dice no sólo dice lo que dice. Se habla en una multiplicidad. La especie gusta de decirse en una totalidad de significantes, y nadie oye lo mismo. La especie se deleita en que sea así. Un ramo más que una singular flor, un puñado de pétalos antes que la solitaria ensoñación. La especie se recrea en carnavales de palabras… Porque la especie juega a que entiende algo y entiende otra cosa. A cada momento burla la represión repetitiva del dictado. A cada instante, vuelve a echar la moneda al aire. Entro a un lugar. Tedioso en ambiente. Para soportarlo, necesito escuchar lo que nadie escucha de esas palabras vacías, burocráticas, sosas, en cumplimiento del destino, de la guillotina del destino. Necesito entrar en el embrujo del lenguaje para no morir en la anomia de estos cartones que emiten deberes y obligaciones, modos correctos de actuar de proceder. Etc, necesito desenmascarar su teatro macabro de juguetes olvidados. De polvorientas ruinas deformes, queriendo aparentar lo contrario de lo que suponen decir. Lo que digan será lo contrario o esconderá algo que no es eso que dicen decir. Es espeso el aire, el que no se ahoga es un prodigio. Ante tal ambiente, lo mejor que uno puede hacer es ahondar en la idea del suicidio. Estoy siendo irónico, por si no lo habías notado.
En mi libro titulado… No tengo tiempo para explicarle a los idiotas, lo explico. Aquí no queda nadie ni nada afuera. Por más pendejo que seas, aquí tienes también un lugar. Lo cierto es que me he cansado de explicar. El que no haya leído de qué va es su problema, no soy una máquina de repetición. Lo que no entiendas no tengo tiempo de explicarlo. Te quedarás ahí y dependerá de ti entender, irte, hacer tu desconocido destino. Nimio destino, remoto destino, ignorado destino. No me corresponde salvar a nadie de su propia y exclusiva idiotez. (realmente no me importa, ya podemos decir que es recíproco, para qué nos mentimos). Al día de hoy son 387018 imágenes. ¿Tú crees que tengo tiempo de elegir tus exclusividades, idiota? Es evidente, que ni siquiera acabaré en mi vida de limpiar los logos que decidí quitar, porque quería ver un mundo sin capitalismo, quería ver una sociedad acéfala. Hacer algo que rebase mi vida, en eso estoy de acuerdo conmigo. ¿Para qué querían todo lo que rodea a la imagen? ¿Para llenarse la boca? (La palabra idiota es de origen griego “ἰδιώτης” o “idiōtēs” que significa “privado, uno mismo”. El término idiota se empleó en la Antigua Grecia para indicar a una persona que no se preocupaba por los asuntos políticos. A su vez, en el latín la palabra idiota significa una “persona sin educación o ignorante”).
No creo que la palabra libertad tenga que ser una, y sólo una respuesta al lado represivo de la vida, a los actores represivos de la historia. La palabra libertad es extensa, profunda y lo suficiente escurridiza como para restringirla a cometer una labor supeditada. Dialécticamente hablando, así sería trabajar para lo mismo que te oprime, estar al servicio de aquello con lo que se batalla. Hacerle el juego. Además la palabra libertad no puede ser acotada, sólo y solo de esa manera. En nombre de la libertad, por supuesto, aparecen estos micro-fascistas que brotan como hongos por doquier y uno debe tener cuidado de no envenenarse. No se dejen engañar, la izquierda está plagada de neoconservadores que a la menor oportunidad querrán ejercer sus dos milímetros de poder en pos de su disque justicia. Es cierto, todas esas escuelas activas enseñan sobre la otredad, de ahí, la gran diferencia, es que no puedan calcular ni controlar que ese germen se torne supremacista un día. Esa educación no puede garantizar que ese yo otro, un día, el menos pensado, se revele como es y se convierta, salte, a un yo otro más esto, más lo otro, más más más, superior. Nada puede garantizar que ese yo, no se sentirá más que el resto de los mortales. Es cierto, saberse otro faculta y posibilita, pero a su vez, crea estos nuevos y pulcros mandamases capataces vigilantes regidores caciques censores, todos estos pluscuanperfectos policías redentores. Con todo respeto, prole que en cualquier ocasión aprovechan para a su gusto tocarte los huevos. Cuando más puedo sospechar de quién sea, es cuando comienza sus repetitivos enunciados con la verdad esto la verdad lo otro, la verdad la verdad la verdad. Nada tan falso como ese la verdad. La izquierda se piensa que por el hecho de ser izquierda ya está dotada de valores, por decir que tienen valores creen que los tienen, no brother, te informo: se requieren hechos, actos, trabajo, no sólo se vive de labia. Y que está exenta de defectos y aparatos represivos operadores de anacronismos. Hay una cierta izquierda que ni se entera que opera como de derechas, es decir, llanamente, les falta calle, pisen la calle, no sólo sus oasis clase mediocres en los que creen pueden estipular la realidad, normar etc… Se hacen su licuado cerebral y pregonan sus pinchurrientos discursillos. Esa es la diferencia con la derecha, la derecha se ufana de ser estúpidamente de derecha, con lo pendejo que puede llegar a ser alguien de derechas. Nunca he entendido como alguien de derechas no se avergüenza de ser de derechas, y por el contrario están orgullosos y justifican las mil atrocidades que han cometido en la espesura de la historia. La infinidad de latrocinios legales e ilegales, las múltiples masacres de toda índole. Me es asombroso e inexplicable, hay que estar ciego o imbécil o ser un perverso de todos los santos. En cambio, hay izquierdas que ni se enteran que son de derechas. Parapetados en la ilusión de sus etiquetas, nombramientos, títulos, membretes y uniformes. Es un tema muy muuuuuuy delicado que siempre ha perseguido a las faunas de izquierdas, que creen que con autonombrarse, autodecretarse, autodenominarse, están curados en salvación, sanos… Ja. ¡¡¡No hay ni para dónde hacerse!!! ¡¡¡Bálame!!! ¿Yo les digo cómo se hagan su autofelación? ¿No? Entonces no quieran venir a decirme cómo hacer mi labor, pinche bola de castrosos. A medirse la verga a otro lado.
Como todos sabemos, una golondrina no hace un verano. Como todos sabemos, una anécdota singular confirma la regla y no quiere decir que todos los casos sean susceptibles de generalización, existe pésele a quien le pese, la excepción. Cuando hablo de esa izquierda que funciona nominalmente, hablo de ciertas simulaciones que frecuentan después de hacerse llamar: (ponga aquí el calificativo que le plazca, un título para enseñorearse). Todos conocemos un aliado feminista declarado, que después fue denunciado en el movimiento me too, por cometer actos infames. Todos tenemos ese conocido de izquierdas del 68 que terminó en las filas de lo más anti popular, nefasto, corrupto y vendido. Todos hemos sabido de tal o cual periodista que en la ingravidez un día le llegaron al precio y eligió pertenecer a la clase rica, prestando disimuladamente sus servicios. Alguna vez hemos sabido del académico que en sus juventudes era un prócer de la libertad y hoy día es una máquina rellena papeles, regurgitando el mismo contenido una y otra vez, para completar sus miserables quincenas y poder empujar un carrito de supermercado. Todos hemos visto al artista desfilar con aires de pureza y gentileza independiente, rebeldía fulgurante, para después desembocar en la sordidez putrefacta de la vileza institucional apoltronada, prendido a las tetas de la marrana, con una obra anodina, burocrática, pasable, X, genérica y sustituible. Por supuesto, mi escaso conocimiento acerca del tema, denotado en estos breves e ilustres ejemplos son nada, comparado con lo que ustedes, seres tan inteligentes suspicaces y acuciosos escrutadores de la realidad, han llegado a detectar en el ambiente de las izquierdas jactanciosas, y claro que pueden completar este breve esbozo con cientos de ejemplos de las pretensiones nunca realizadas de las izquierdas. Porque no se vaya a enojar la derecha mercenaria, asesina de niños.
Instagram me está pidiendo que elimine personas para poder agregar otras. Dice que llegué al máximo de lo permitido. Como ustedes saben, de ahí y de otros sitios capturo material. Estoy realizando una purga. Y justo antes de eliminar dichas cuentas, les saco una foto de despedida. Es como darles el tiro de gracia, porque lo más seguro es que no los vuelva a ver nunca en esta transitoriedad del internet…
¿Cómo le vas a pedir a una sociedad que no robe si es uno de sus mecanismos de defensa y supervivencia? Contra la explotación, la opresión laboral, el capital salvaje desproporcionado, la esclavitud, la miseria, la muerte, la humillación, la vejación, el oprobioso destino, la maldita suerte de no ser rico. ¿Cómo te atreves a pedirle que no robe? Es imposible que no se hagan justicia por su propia mano. Y desde luego están los más astutos que sobrepasarán a los otros en el hurto, convirtiéndose en los nuevos ricos explotadores, los nuevos jefes. Para qué no’ hacemo’ pendejo’, vamo a decilo, con pausa, sin prisa, la cárcel es para la gente pobre. Sin oportunidades, en una vida que por azar, se nace en determinadas condiciones, siendo la vida muy corta, quién no se va a arriesgar a realizar a toda costa dinero fácil, malhabido. Cueste lo que cueste, hasta la propia vida. Van a decir, este fulano ya se puso a hablar de lo que se le dio la gana, en un proyecto de levantar la basura del mar del Internet. Sí así es, bendita esquizofrenia. Chingue a su madre el fundillo de su fundamentación. Chinguen a su reputísima, ojetes. yo puedo escribir sobre lo que se me venga en gana cuando se me dé la gana, tú no. tú necesitas ser correcto como todos con sus correcciones en esta gran correccional. No somos iguales, de eso se trata esto, de que vean que no somos iguales. Por otro lado, como tú no hay dos, hay un millón, compruébalo…
Como todos sabemos, la lectura es la segunda parte de la obra. Sin la mirada del otro, no hay obra. No sólo completa la obra, la lectura es otra creación. Una nueva edición, con su visión, su interpretación, con el juego que el lector hace al retrotraer lo que desconoce hacia sí. Lo vuelve inteligible para sí, para esa subjetividad suya, lo configura y trata a su placer. Con sus herramientas, pocas o sustanciosas, sofisticadas o sencillas, desarma y arma lo que lee. Con cada lectura se crea esta otra edición de la obra, límpida, inédita, casi nueva. Es probable que nunca se lea la obra originalmente escrita, ni siquiera el escritor podría volver a leer la misma obra que compuso. Ni él ni el libro son lo mismo ya, todo cambia, todo pasa. La obra así, descabelladamente hablando, es tan sólo una hipótesis. Una invitación, una tentativa. Todo lector deposita sus saberes en esa lectura, pocos o muchos, delicados, toscos o exacerbados, cada lector hace de su sujeto, leyendo, en esa página activa, otra obra. Como todos sabemos, cada cual hablará de cómo le fue en la feria y especulará cómo cree que les fue y les va a los otros. Como todos sabemos cada cual armará el teatro de la vida de los otros, imaginará la vida de los otros. Cuando en realidad jamás conocemos ni la mínima experiencia de los otros, acaso unas cuantas fotografías, unos cuantos destellos, recortes, palabras aisladas, representaciones momentáneas. La vida en carne y hueso del otro, es casi por completo ajena, y está por decirlo así, extraviada. Los pocos archivos con los que nos convenimos a hablar de los otros, son apenas unas cuantas piezas de un rompecabezas acaso más profundo, y en una perspectiva panorámica pequeños trozos, desgarrados y perdidos de cualquier pretensión de totalidad. Afortunadamente nadie vive en los zapatos del otro, sería una pesadilla, téngase por seguro.
Valorar es crear, crear realidad. Valorar es un arte.
Las dicotomías alma cuerpo, verdad apariencia, realidad mentira, contenido forma, etc… no han hecho sino fomentar el dominio de un juicio superior sobre lo así considerado inferior. Cuando, el cuerpo es el alma, la apariencia es la verdad, la realidad es una mentira a modo, y la forma es el contenido. No hay dicho cisma. Es una noción de orden y control social, de dominación, gestión, administración de la producción moral del grupo. Es muy curioso que a la expropiación que propongo, el pequeño burgués le llame raterío. Y a la flagrante apropiación y explotación del trabajo ajeno lo denomine su derecho. No tienen vergüenza. Sin mencionar que no pueden ver un bien público. La importancia de no hacer referencia en ningún momento ni otorgar un sólo crédito, a ninguna firma, es por razón en primer lugar, de que aquí no se hace publicidad, la vida humana está repleta de esa oferta seductora para venderse en todo momento. En todo momento está en juego el deseo. En cambio hago resaltar la vasta ignorancia del que observa, hay que subrayar que cualquier comentario al margen surge de su vasta ignorancia. Cuando en el siglo xviii el pequeño burgués europeo “decidió”formular el mundo como su museo, su colección. Cuadriculó, enmarcó, y dotó de valores para juzgar el mundo. Para jerarquizar la producción de lo que acuñaba. Extraviado, huérfano, en su nueva ambición, como un nuevo rico, estrenando su nuevo poder, cimbró los límites aquí y allá. En realidad, casi no tengo un sólo amigo que se dedique al arte, esa casta me resulta repugnante. Con sus diatribas sus celos sus rebatingas. Desde niño vivo obsesionado con el objeto. Ese es mi deseo, el deseo que quiero transferir, ese amor odio por el objeto.
Para el pequeño burgués no existe actividad sin provecho. No puede haber movimiento sin utilidades, ganancias. réditos. La economía pequeño burguesa deplora el gasto, la pérdida, el derroche. Por ende detesta la voluntad de poder sin fin. Para el hombre antiguo este hombre moderno que acumula recursos resultaría una futilidad y ridículo. Un pelmazo. Al contrario de la admiración que se le otorga al capitalista en la actualidad. Para ese hombre antiguo el excedente del trabajo, que se entendía como la reunión de las fuerzas de la comunidad, era para el disfrute colectivo. Entre los indios norteamericanos el potlach se realizaba cada año, cuando las estaciones eran más difíciles y consistía en que aquel que fue más hábil fuerte y obtuvo mayor riqueza de la tierra, lo devolvía entre los otros para que todos disfrutaran, era su orgullo de dar a los otros y que a nadie le faltara nada. Esa era la apuesta, inversa, prodigar. Entre los modernos, una vida sin ocio, ni celebraciones ni liturgia, sin cantos y arte, una vida de la mera necesidad no es sino esclavitud. Es una cultura pobre en todos los sentidos. En el capitalismo hay unos que creen que todo lo pueden comprar, y otros que creen que no deberían pagar por nada. El único aliciente es la competencia y rivalidad. Que algunos decidan acumular viendo a los otros perecer resulta no sólo absurdo, es la cúspide de la miseria humana. Además, digamos, que este hombre hiper moderno ha contabilizado todo, excepto su desperdicio, toda su producción tendría un desperdicio. Era lógico, por supuesto nunca sospecho que un día nadaría en todo ese recurso desperdicio que lo cerca de más en más. Debe de ser duro de un día para otro no encontrarle sentido a la vida, al menos a esa vida. Ver que la vida que se ha vivido no sólo es contradictoria y falsa, una inercia sin remedio, una basura.
Yo soy una persona. No soy un corporativo. No soy una entidad. No trabajo para tus propósitos ni los de nadie. No hay empleados. No hay coleccionistas. No hay dinero involucrado excepto el que yo he puesto para rentar el dominio y host de la web. No deseo convencer a nadie de lo que hago ni nadie nunca me podrá decir lo que debería de hacer. No necesito demostrar sobre los efectos que esto va a lograr. Lo que entiendas de lo que está aquí o de lo que hago no es mi problema, es tu problema. No deseo tener ninguna conversación con nadie acerca de esto. No es ningún tipo de comunicación ni sigue ningún protocolo, no he solicitado ningún permiso a ninguna institución ni autoridad ni nada y así se va a quedar. No promueve ninguna ideología partido movimiento poder política ni nada de lo que te puedas llegar a imaginar alguno de tus reprochables días. Si deseas hacer algún tipo de reclamo que te vaya bien, no te haré caso ahora ni nunca. Si tienes alguna queja sugerencia opinión comentario crítica métetela en el boquete que tienes por ano.
Algo maravilloso es que en la internet todos se cooperan. El internet está constituido se quiera o no por una cultura del compartir. Y es en ese compartir, que en una desproporción cuantiosa, cualquier manifestación resulta diminuta. El conjunto hace lucir como una centelleante estrella infinita en medio del tapiz estelar. Polvo de estrellas. Si en algún momento les dije que había algún objetivo con esto, les mentí, no hay ningún objetivo con esto, en lo absoluto. Lo particular se funde como una gota en el mar.
Un momento. Todos pensaríamos que el internet fue armado y es conformado por las buenas intenciones de sus inventores y del gran público que se coopera a consciencia. Como todos sabemos, el camino al infierno está sembrado de buenas intenciones. El internet, me atrevo a decirlo, está compuesto de envidias y competencias, de vanidades múltiples. Deseo de sobresalir y destacar, narcisimos ingobernables. No por ello reprobables, quien no quiere la ficción ilusión del amor en su ciudad, ese amor egoísta de ámenme a mí. Nada de la noción de apoyo y cooperación mutua. El internet está hecho para que cada cual se luzca en sus gracias y manías, en sus brillantes instantes de exquisita locura. Excelsos o no, cotidianos o magnánimos, el internet ha creado una tabla rasa. Lo que no está en internet no existe. Dios es el Internet que todo lo ve.
Lo interesante del registro es que habla de algo que es un instante. En el devenir y sus derivas, destrucción y creación continua del mundo, el registro es esa viruta salpicada. Chispa efímera que se apaga al instante. Está claro que esto no es la conservación fetichista de un mundo perdido, esto no es un museo panteón de joyas y joyeros. Esta es la historia de la huella que se disuelve en la arena de la playa por una ola que pasa y se la lleva.
En lo cultural a lo que forzaron las vanguardias, fue al presupuesto de que crear tenía que ser un acto original. Los mejores artistas son los que mejor ocultan de donde robaron sus ideas. En suma, lo que se instauró fue la prohibición de «robar» conceptos universales y libres. Lo que promulgaron y defendieron es la propiedad privada del burgués. Un siglo de daños colaterales epistemológicos, y restricciones de ideología burguesa. Orden al que aprendieron obedeciendo, vigilando que nadie más fuese a cometer el vergonzoso acto de revelar sus fuentes, de escamotear el supuesto sueño individualista.
Ese falso prestigio de lo original. Esa pompa. Culpemos a la modernidad. Salvo casos aislados, la modernidad erigió la prepotencia de la autonomía autoral. Esos casos aislados, justamente pudieron observar, el rayo que atraviesa toda la historia, el trueno de la tradición con sus requiebres iluminando por segundos la oscuridad del tiempo. De mano en mano de boca en boca de oído en oído, de tiempo en tiempo. La modernidad con su arrogancia y falta de sinceridad, sus sobresaltos de eternidad atea (finalmente se murieron y serán polvo como todos lo seremos), sus objetividades exentas de humildad y su deseo de englobar todo en la cultura occidental patriarcal caucásica, no fue sino signo de predisposición a la decadencia alegre que nos heredaron. (Por alegre me refiero a gracias al cielo se acabó la modernidad, estrecha y estricta, como fue ¡Señores!). Echémosle la culpa a la modernidad con sus traumas de guerra, y sus hombrecillos de corbatín ajustado, solícitos a inscribir sus nombres en la historia, que se evaporará tarde o temprano, para fortuna de todos. Y claro que puedo crear como una personal venganza, desde un profundo resentimiento social (hijos de puta), intenten evitarlo, quiero ver. Los tontos nunca entendieron: Yo soy otro. En eso el siglo xix estuvo por encima y adelante del xx, en esa comprensión. A la larga veremos el siglo xx como una carrera desenfrenada, de unos locos simulando coherencia.
La pornografía es a los hombres lo que las telenovelas a las mujeres. “Las mujeres ven telenovelas, por eso salen con sus dramas. Los hombres vemos porno, por eso siempre salimos con nuestras mamadas.” De lo que se habla en estas frases, si fuese así de tajante la división binaria masculino femenino, es de la supuesta fantasía de los géneros. Pienso en estas formulaciones también como algo trillado. Si de por sí, esos géneros están compuestos de repeticiones hasta el hartazgo, entonces las frases cumplen. Ahora, pedirle a cualquier representación que sea la realidad es como querer que se cumpla la fantasía por refinada o burda que sea(sólo los niños juegan a que se engañan, aunque los adultos también se dejan seducir por las fantasías). La fantasía es la fantasía, con sus componentes de imposibilidad. Por ejemplo, dios es una de las creaciones más excelsas e incomprobables que existen. Dios, en sentido estricto, es una fantasía. Que tenga ojos el que quiera ver, significa, que el intérprete haga de esa fantasía su/la realidad. Quizá, para los artistas, les esté permitido ver por la rendija de la creación, que lo que se imagina nunca concuerda con la materialidad de nada. No hay correspondencia nunca. O por lo menos no una una correspondencia exacta y precisa. El pensamiento mismo, es una acrobacia repleta de imprecisiones, que sólo aquel que esté presto a creer se llevará la ilusión del acto en el asombro. Para decirlo en cristiano, el espectador siempre será el cordero sacrificado de dios. “Al espectador siempre se lo van a coger.” Son contados los casos de lectores que pasarán de ser la presa, a ser el cazador.
Vamos a ver. Pongamos por ejemplo el mito del documento fidedigno. El mito de la verdad en la fotografía. Esto es, que un documento como una fotografía es la realidad, la verdad… etc… Por no decir que la fotografía sin filtros, aún así es una manipulación. Siempre va a estar hecha desde una perspectiva, a una cierta distancia, se eligen los lentes adecuados que harán en un retrato que sea más robusto o delgado el sujeto, desde un ángulo en especial para hacerlo lucir de determinada manera, y con iluminaciones que darán un ambiente a la escena y refinarán el aspecto. Hasta la fotografía de un amateur nunca corresponde con la realidad o la verdad que sea. Siempre hay alguien que manipula con la técnica o desde el desconocimiento una toma fotográfica, siempre hay un cierto juego perceptual. El repertorio de trucos de la técnica hace de la fotografía un medio que no es real, o es real hasta cierto punto. Pongamos la fotografía de una credencial identitaria, en la que se supone debe ser la apariencia real del sujeto que describe, debe “ser idéntico”. Por estúpido que suene, uno no es una fotografía. Una fotografía es el fantasma de una persona, una ilusión. En esos documentos identitarios, a veces se traía barba o bigote, se cambio el peinado, a veces se traía otro tono de tez por la circunstancia que fuere, se había uno maquillado, no trae los anteojos, ha pasado el tiempo y se es más viejo más gordo más feo, etc, etc, etc… A cuántos han preguntado al compararlos, ¿seguro que es usted? Y uno tiene que soltar una estúpida risita de vergüenza, sí soy ese hombre menos aborrecible que ahora, mire usted que me ha pasado el tren de la vida encima. Nunca hay aparejamiento con el símil de la realidad. No existe, es una mentira. El susodicho documento real verdadero fidedigno, no existe. Aún así siguen habiendo creyentes,¡santo dios? Aún así, uno debe tolerar, soportar, callarse cuando ve a los estúpidos optimistas, por respeto a la ingenuidad ajena.
Este animal de invenciones, de instrumentos útiles, herramientas, de dispositivos que cumplen funciones, para llevar a cabo sus propósitos cercanos o lejanos. En función siempre de para qué, se resuelve problemas, que no su existencia. Con todos sus artilugios suele salir a flote. El teléfono portátil surgió y de pronto se desplazaron una serie de instrumentos, fueron remplazados de golpe. Ahora bien, siempre piensa en función de su deber, de lo útil, de lo que le ahorrará tareas, tiempo, esfuerzos. Es una coincidencia, que en los límites de lo inútil, este dispositivo, de repente ruede y se convierta, como era de esperarse, y le ha sucedido a otros artefactos: en un juguete. Más para su diversión que para la serie de trabajos que le había programado. Para este animal de causas y efectos comprendidos, al que se le desbordan los cauces, el juguete que se le puso en las manos se convirtió en una maravilla de registros, creaciones, puestas en escena, que proliferan en un mar interminable. Se desbordó. Lo que se hizo, para redondear, y contradecir lo lícito, lo debido, las causas y los efectos, fue repartir juguetes entre las multitudes. Saltarines, locuaces, fugaces juguetes.
Desinformación. Como todos sabemos un hecho siempre estará sujeto a interpretación. Sin embargo, para que un hecho sea fidedigno, al menos, se presentan una serie de pruebas que constaten la verosimilitud del suceso, y de lo que se pudiese argumentar. Hablar sin pruebas, es muy fácil, inventar, mentir. En la era de la desinformación cualquiera puede levantar la voz y aparentar verdad, autoridad, designio, cordura, coherencia, razón. No somos nuevos en el uso de la retórica. En la era de la desinformación la circulación de contenidos es un arma, siempre que no se corrobora la información. Un espíritu crítico no es algo dado per se, sino que cada instante está en juego, y a cada instante se constituye, se desdobla, cambia, se retrotrae, etc… El internet es el otro elemento de la dupla instrumental. El internet que muestra y difunde, que transmite y contagia. No por nada se llama viral a un contenido que se expande como plaga. ¿Qué significa ser responsable con lo que se propaga? Significa verificar, que lo que se comparte no es nocivo para la comunidad. Yo soy tajante con cierto contenido, lo clausuro en la supuesta elección liberal, en mi privacidad (pum) lo veto. El proyecto de archivo es distinto, el proyecto de archivo no clausura ninguna manifestación de odio de miedo resentimiento, etc, porque, si lo han notado anulé al sujeto. No hay dónde buscar más sobre lo que sea, no doy pie a indagaciones, a popularizar al personaje que haya creado ese contenido, por abyecto que sea. El contenido está ahí para vivir y morir en el instante. No doy pie a la propaganda, promoción.
Hipnosis. M.D. realizó varias piezas que consistían a grandes rasgos, en la hipnosis. Las ruedas movidas a manivela con espirales, la misma rueda de bicicleta sobre un banco, si fuese activada, sería un juego hipnótico. Con la música, contemplando imágenes y videos en nuestros teléfonos, la gente que teje, los manufactureros que realizan operaciones repetitivas, ciertos ejercicios corporales, correr, la caminata, la natación, ir en un transporte mirando por la ventana, los religiosos que rezan, la lectura, y podría continuar con la lista de los momentos en los que la especie entra en trance… Este archivo, es en algún punto, otro de los dispositivos para entrar en trance, o lo que es lo mismo para generar un estado onírico.
Me gusta en exceso el archivo, su esquizofrenia. Al ver a un artista instruido en la práctica artística según las estipulaciones de lo que debe ser un artista del siglo xx (esto es el siglo xx ya se murió y qué bueno que ya está bien muerto), puedo ver tres cuatro quince imágenes de su trabajo y ya lo vi todo de ese artista. No me interesa más, jalo de la cadena y que se vaya por el desagüe. El archivo proporciona esa desmesura que necesito para existir en lo imposible, en lo ilimitado, en el infinito. Que quede claro que no se puede vivir en la vida cotidiana así, se volvería uno loco de las calles mirando el cielo y extraviándose en cada rincón del pensamiento. En cambio, en el archivo, en su esquizofrenia, es posible lo imposible.
Como todos nosotros sabemos las ideas no son de nadie, no le pertenecen a nadie. Una idea dentro de una supuesta disque consciencia (nada más y nada menos que un título) suele ser nada sin realizarse sin proyectarse sin existir sin ser percibida. Como todos nosotros sabemos, el camino del infierno está sembrado de buenas intenciones. La idea actúa por contagio y transferencia, al manifestarse suele dejar secuelas, cabos por donde deducir de lo que se trata, datos inductivos, etc. Como todos nosotros sabemos siempre saltará la policía de lo auténtico, celosos de su deber, a defender la propiedad de su amo, el perro y la valla van de la mano. Creo que no es necesario añadir que toda idea proviene de otra idea hasta el sin fin de los tiempos en una interminable concatenación de causas y efectos. Que, como todos nosotros sabemos, las civilizaciones más fructíferas eran la que reunían y conciliaban las ideas y conocimientos culturales diversos, las sopesaban, comparaban, confrontaban, contrastaban y mezclaban. Hibridización y ascesis. Cuyo pensamiento podía ser permeado por lo otro, para no quedarse en una estática podredumbre necedad de certezas y avalúos superfluos propios. Civilizaciones que se transformaron por la misma posibilidad de cambio y transvaloración de lo otro. Como todos nosotros sabemos la riqueza proviene de la diversidad, aleación de conjunto, no de la preservación obsoleta de una idea intacta y rancia. La pureza es la metáfora más contradictoria, por hedionda. Por cierto, de donde provienen los fascismos. (la pureza de la sangre de la raza que crea toda esa maquinaria de guerra, de tortura, de exclusión).
Para H. el arte es lo del pasado. La mayoría de lo que concebimos hoy como arte no siempre fue así. El tiempo es el juez supremo. Nadie diría que el cómic o los video juegos entrarían en las afamadas categorías del arte. O que las series televisivas un día las podríamos observar y trascendieran a la esfera sublime del arte en mayúsculas. Es como cuando se pone a curtir un pellejo sin aparente valor. Es así, como se han ido anexando, tímidas, casi en silencio, para que sus hermanas mayores no formen un alboroto. Para no crear un descontento entre los padres, los tíos, que serían las artes, la filosofía, las religiones, las ciencias etc… casi siempre que nace uno de estos hijos nace en calidad de un adn no reconocido, en calidad de bastardees, hasta que poco a poco empieza a hablar y ya se le notan los rasgos de la imperfecta y ordinaria familia a la que pertenece. Y ya se le puede percibir como parte de la normalidad imperante.
«Al parecer» «a todos» «nos intriga» el problema de la identidad. Me identifico con, a, hacia, es decir soy igual a, pertenezco a, siento o poseo una filial hacia, con, a. Es, el problema del entendimiento común, a grandes rasgos y vuelo de pájaro, me comparo con tal para ubicarme en el espacio y en el tiempo. Esto funciona hasta cierto punto en el valle del conocimiento. Es decir si las personas fuesen objetos, funcionaría, en tanto que poseen signos similares, o diferentes, etc… Pero las personas no son objetos para ser tratados como objetos de conocimiento. En el plano de la subjetividad eso se derrumba como el castillo de un niño en la playa por las olas que lo embisten. Por ejemplo, el padre no es lo mismo que el papá. La palabra papá es distinta en la boca de mi hermano que en la mía. A pesar de que el referente sea aparentemente el mismo, no tenemos el mismo papá. Mi hermano trata a su papá a su manera, y estableció su propia relación, que no es la mía. Es distinto papá, cada cual tiene su papá y a su vez un padre distinto. Así la palabra papá, en el uso común, al parecer para todos es la misma, y nuestro referente varía mil años luz se quiera o no. Las palabras tan útiles, son inútiles y escasas para describir a profundidad lo que se es. Al parecer nos podemos entender por milagro. Si le rascas tantito, a ese entendimiento, esto no es más que un cadáver exquisito. Baste decir quizá que a veces el poeta descubre que ninguna palabra tiene un sentido unívoco, sino singular inconstante y frágil. Por decir, al pronunciar la palabra silla, en ti aparece otra silla, de la que yo pudiese imaginar. Es igual pero no es la misma. Añadir que se busca la identificación con ímpetus de saber, que no a veces de dominar (para nada, no, como creen), pero temo decirles que es sólo una ilusión, vana o trascendental, depende de cada ente irónico en juego. La humanidad con sus bellos deseos de enjaular a las aves. Por poner un ejemplo, veo en un noticiario televisivo, uno de los cintillos dice: LAS PLUMAS DE TAL PERIODICO, y no puedo dejar de leer, las plumas de las gallinas de tal periódico. ¿por qué?
Se suele decir la frase, sólo jala agua pa’ su molino. Si creen que ese es el caso, no visiten el sitio, ahí está la puerta putes. Con el archivo quise demostrar las hectáreas de verga que me importa, desde el campo hasta su mesa. Nadie me ayudó. ¿Por qué? Porque al final, y esto se debe subrayar con sangre, sí defienden los valores morales del capital. Discuten, se exacerban, difunden sobre sus adopciones políticas, visten sus guirnaldas, pero en el fondo sabemos ustedes y yo, que todo eso, es sólo de dientes para afuera, para sus compotas de alivio provisionales que aplican a sus síndromes de culpa de clase, para soportar el karma (dentro de todo, insufrible) de su condición social. Es mentira, no hay red de apoyo, nunca hay red de apoyo, sólo son simulaciones esporádicas de su disque benevolencia. Siempre me están instigando a que le ruegue a las instituciones, que vaya a darles la mano, asentir y soportar sus soporíferas declamaciones. Ustedes saben que cuando se trata de comer culo, un requisito indispensable es que primero me tiene que gustar el culo del iterfeuto por mamar. No es tan fácil ir a someterse a esas magnánimas decrepitudes. En resumidas cuentas, que me doblegue al contrato social. Yo a todo eso le he dicho que no, y aquí queda asentado que eso es la humanidad, una lucha descarnada por el pellejo propio. Bien, yo seguiré apostando al lado contrario. A ver qué resulta de todo esto. Que conste que sólo he ejercido mi voluntad de poder, ni siquiera mi deseo. A diferencia de ustedes, yo sí tengo una libreta, sí se las voy apuntando. Si sólo residiera en mi memoria, me hundiría. Vavavavavavava putes, se las paso al costo.
Siempre me están diciendo que el mundo está por terminarse. El mundo ya se acabó. Yo estoy recogiendo los pedazos que quedaron.
Es excesivamente común la desconfianza en el lector. Lo más común es un desprecio infinito por la inteligencia del lector. Ay como eres un pobre estúpido, esto te lo esconderé, velaré, no te vaya a asustar. (yo que soy tan providencial te protegeré. sí claro) ¿qué hace esa gente creyendo que prohibiendo soluciona algo? Al contrario, la paradoja es que al ocultar, ayudan a la incomprensión, contribuyen a la desinformación. Desconfían del razonamiento de los otros, de sus capacidades de entendimiento. Tapan, encubren, malgastan su tiempo intentando cubrir los ojos de los otros. Dentro de este archivo no existe nada que no sea de este mundo, no invento nada. En cierta medida, la recolección, es una máquina de trasiego. ¿Por qué no puede haber diálogo acerca del criterio? Porque les espanta lo que ven sus ojos, tienen miedo. Y no los culpo, es muy difícil poder ver. Hay que haber visto demasiado para no escandalizarse. Prefieren persignarse y creer que lo que no vean sus ojos no existe. Mientras no esté en su presencia no pasa, no sucede. Te equivocaste ayer, te equivocas ahora. Evitar ver es parte del problema, si no es que el meollo del asunto. No hay más ciego que el que no quiere ver.
El proyecto muestra una visión sin capitalismo, sin pena capital, sin los pecados capitales, sin capito, sin capitolio, sin capitanes, sin capiteles, sin capitales, sin cabeza, acéfala. DECAPITADO.
A lunes 2 de junio de 2025. Bueno, esta semana que estuve enfermo (del estómago) me hizo pensar qué tanto este pendejo que todo lo da tiene sentido y sustento. Y como no he estado muy bien de dinero, necesito dinero para sobrevivir, suspenderé la publicación de la imagoteca por lo menos 6 meses. La realidad es que nadie aporta nada. Solicité una beca y si le otorgan recursos para seguir, seguirá. Si no, es probable que se pierda como todo se perderá en la eternidad, siendo un asteroide más, trunco, sobre el espacio sideral, flotando sin dirección. La colección la incremento diario, esa compulsividad mía, obvio, continuará en privado. Gracias. tacaños. Cada día, se necesitan 3 hrs para limpiar y poner al tamaño las imágenes. Y en la ecuación trabajo tiempo dinero energía, carezco ya de esos elementos para llevar a cabo el cometido. Por lo que, buscaré un abogado en derechos de autor, también para ver si es posible cobrar una cuota mensual de suscripción para quien desee ingresar al sitio. Esto es, si no hay posibles demandas al convertirlo a un sitio web de lucro, porque como les objeto, cuesta. sin dinero, no baila el perro… pagan por la basura de muchas plataformas. ¿por qué no podrían y tendrían que pagar por esta basura? al mejor solo es cuestión de quitarle el picante y adelante. que son los únicos que pienso exigirían o pelearían por algo. Desde ahorita, quien conozca un abogado especializado en derechos de autor que se quiera aventar el trabajo de asesoría, investigación, defensa de posibles problemas, y demás, estoy dispuesto a negociar un 20% de cada suscripción. Si conocen a alguien, etiqueten. la colección asciende a más de 650,000 imágenes, y yo recogí toda esa basura. Llevo 16 años recolectando imágenes. El árbol creció, y hace dos años o tres empecé a hacer público el archivo. Los pajaritos, han venido se han comido los frutos, han esparcido las semillas. Bueno y bien, ya es hora de cosechar sus frutos antes de que se pudran, por lo que es hora de que los usurarios paguen renta. 1 dólar la suscripción mensual. Para pagar abogado, diseñadores, servidor dominio internet, contador. A ver qué resulta.